miércoles, 19 de marzo de 2014

VOCES de Lourdes


Le tomó dos días subir la montaña más alta para pescar los mejores atunes; con una rama fina en forma de mujer y un cordón hizo una caña que lanzó al mar de sus memorias.
-¡Dios mío!, pero que harta me tienes.
Los atunes rosados brotaban del agua salada, una vez que el botón de su camisa, a modo de anzuelo, tocaba el agua: ya tenía quinientos atunes de trescientos kilos, saltando sobre la fresca hierba de esos parajes montañosos.
-¿Por qué me haces esto? ¡Dime!
Con tan tremendo cargamento, pidió ayuda a una caravana de camellos que, de entre la nieve, apareció.  Un ángel negro con alas doradas era el líder que, en un abrir y cerrar de ojos, cargó cada uno de los peces, a cambio de su espectacular caña.
-Desde luego, contigo siempre lo mismo.
En cinco minutos, llegaron;  Tokio era la mejor ciudad para vender ese atún de río.  Se iba a forrar, pensaba frotándose las manos.  La cabeza le dolía, pues una y otra vez, las voces le decían lo inútil que era, pero esta vez iba a triunfar.
-No me puedo creer que sigas y sigas.  Un día te encontramos muerto en la calle, ahogado en tu propio vómito.
Una vez que se callaron las voces, negoció hasta conseguir dos millones de yenes.  Con el dinero le compró a su mujer un palacio en Oriente y unos zapatos de cristal y esmeraldas.
Llegó, a su quinto sin ascensor, entusiasmado y feliz, pero cuando tocó la puerta, oyó las voces todavía más cerca y, un cubo de agua fría, le dio la bienvenida.
-Un día de estos te dejo, ¡te lo promete! Y cuando no me veas, ¡ya me extrañarás!
Y allí, bajo el agua del grifo de la bañera y vestido de arriba abajo, le volvió a prometer a su mujer que no volvería a beber.




1 comentario:

  1. Excelente microrrelato que, in crescendo, nos acerca a un mundo de imágenes oníricas, que abre interrogantes en el lector, quien para su deleite, solo verá desvelado el origen de las Voces del título, al final. Muy logrado, Lourdes.

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