jueves, 6 de marzo de 2014

ESCALAR MONTAÑAS De Esther Morales

.



Desechando la vereda principal que se ve desde lejos, subí por el lado que da al mar; la parte sur. Subí pensando que era más cerca para después bajar por el lado norte  que es la  vereda principal.
Era una tarde de otoño en las que el sol se pone pronto y cae la noche temprano, pero yo, arriesgada, no tenía miedo. Quería ver el paisaje desde lo alto, porque es hermosísimo con los últimos rayos de sol sobre el Valle de Güimar, Candelaria, Arafo y todo el mar en su esplendor bordeando sus costas; es todo un espectáculo. Entré a su cráter que todavía tiene los troncos de una higuera y otros matojos en el fondo.
Era tal mi embelesamiento que no me di cuenta de que ya era casi de noche. Empecé a buscar la vereda para bajar pero, todo fue en vano, no la encontré por más vueltas que di. Al fin no me quedó otra solución que bajar por el rodadero por el que bajan los jóvenes cuando es la romería del Socorro. Para mi sorpresa, eso fue lo divertido, ¡tenía que bajar por allí!,  y me sentí como una niña pequeña, disfrutando cuando el calzado se enterraba en el picón y mi cuerpo se aceleraba.

Si escalar es divertido, bajar es alucinante.

3 comentarios:

  1. Escalar montañas, admirar paisajes, aventurarse por caminos nuevos, mantiene el espíritu joven, me parece. Geniales son tus paseos en contacto con la naturaleza

    ResponderEliminar
  2. Grandiosas y alucinantes son tus aventuras, enhorabuena

    ResponderEliminar
  3. Que aventura tan impresionante, da envidia no haberla tenido. Alicia

    ResponderEliminar

Nos gusta saber tu opinión, sea cual sea. Déjanos un comentario. Gracias