miércoles, 19 de marzo de 2014

REFLEJOS de Carmen Garcés




Amanecía y, como cada día, muy temprano, sonaba el despertador; por mi mente cruzó de nuevo la misma idea, ¡otro día más!. Con cierta resignación, salté de la cama. Al hacerlo, sentí algo diferente.
Corrí a mirarme en el espejo…, pero, ¿quién era aquella mujer que se reflejaba en él?. Al cabo de unos instantes, me reconocí; era yo, con una cantidad de años menos. Al principio, no podía creer lo que mis ojos veían, mas poco a poco fui dándome cuenta de que era real, había rejuvenecido, volvía a tener 20 años.
Tanto tiempo deseándolo y ahora, por fin, podría tener la oportunidad que siempre añoré: cumpliría tantos planes y sueños dejados atrás,  desharía tantos errores cometidos a lo largo de la vida…, viviría las experiencias que siempre había soñado. Con todo el tiempo disponible a mi alcance y la experiencia adquirida, seguro que mi vida podría ser como siempre quise, diferente de cómo había sido.
En ese instante, un pensamiento atenazó mi mente y un sentimiento de pérdida golpeó con gran fuerza mi corazón. Mi vida sería diferente, sí, pero eso también implicaba que todas las experiencias hermosas que había vivido no se repetirían; que las personas tan amadas que pasaron por ella no estarían y, esto, me causó un gran dolor.
Posiblemente, en esa nueva vida que se me ofrecía, no tendría que sufrir las penas y desengaños que me causó la actual, es cierto, pero también implicaría perder las hermosas experiencias obtenidas de ella y que, al final, me definían como persona y ser humano.
Así que, miré nuevamente la imagen del espejo y, con una mezcla de sentimientos encontrados, me despedí de ella, esta vez  para siempre. Habíamos pasado muy buenos momentos juntas, pero ahora tocaba seguir adelante, disfrutar del futuro y de lo que había cosechado en mi pasado sin volver a mirar atrás.
En ese instante me desperté, todo había sido un sueño, pero uno muy real; tan real que consiguió hacerme ver lo importante que es el tener el privilegio de  haber vivido. Tener juventud, además de experiencia, es algo muy tentador para cualquiera de nosotros, pero no deja de ser un sueño, una ilusión.

Comprendí que lo verdaderamente importante es saber atesorar los buenos recuerdos que la vida nos regala.


1 comentario:

  1. Estos reflejos reflejan (me permito el juego de la redundancia) calidad narrativa, por lo que cuentan, pero también desde un punto de vista formal, pues goza esta historia de un ritmo narrativo pausado, que lleva al lector, sin alardes ni estridencias, por los caminos de la reflexión, sin apartarse de los esquemas exigibles para un relato. Me ha gustado mucho.

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