miércoles, 31 de enero de 2018

¿A QUÉ LIBRO TE IRÍAS A VIVIR? Juan Roberto Núñez




Ante aquella pregunta formulada por su conciencia, el hombre pidió tiempo para meditar la respuesta.
La Vuelta al Mundo en Ochenta Días no era una buena opción, porque también son ochenta noches;  tal vez, “Las Mil y una Noches” o “Cyrano de Bergerac”, por sentirme Aladino o un poeta a la sombra de la luna.

¡Ya lo tenía!. Sin ápice de duda, el hombre se llenó de irreales y dijo: ¡será mejor que despierte! y escriba el libro de mi vida que ya tiene días y noches, Aladinos y Cyranos, porque a lo largo de nuestro camino, sin duda, somos estos personajes de forma real y sorpresiva, como la vida misma, que nos hace preguntas para darle respuestas…

Maruca Zamora COMPAÑERA DE VIAJE



         Mi amiga me acompaña cuando observo las estrellas y la luna; es un momento de paz. Las miro una a una y a veces me pongo a contarlas preguntándome cuál de tantas será la que me ayuda en esta vida. Seguro que tengo una que me guía por estos caminos inciertos y peligrosos que he elegido seguir. Tiene que haber algo arriba que nos dirige.

         Pensando pensando, en ocasiones me quedo dormida y de repente algo me despierta:  me caen en la cara…dos mangos que con el viento se han desprendido del árbol. Regreso a la realidad del día a día, me despido de mi amiga…-hasta la noche- le digo, y empiezo la jornada de trabajo. Todos son iguales, problemas por resolver, enfermos a quienes cuidar, pobres a quienes ayudar a sobrevivir.

         Llega la noche y de vuelta a casa, voy en su busca y nos tumbamos juntos a descansar, a soñar con un mundo mejor, la acaricio y le digo gracias amiga por estar conmigo. Hace años que estamos juntas y en la noche  nuestra cita es bajo esta mata de mangos y tú no protestas, me esperas todos los días con el mismo cariño para, juntas, contemplar el firmamento, hasta que nos toque ir a otro país y entonces te bajo con mucho cariño, te doblo, te guardo en mi maleta y te digo…-mi querida amiga hamaca, nos toca coger vuelo a nuestro nuevo destino.


SE FUE Ana Benítez





Mi papá se fue un día a por tabaco y no volvió. Eso le contaba mi mamá a sus amigas. Pensé que seguro  había muerto –porque yo sabía que el tabaco mata– y mi mamá no me lo quería decir para que no me pusiera triste.
Pero…sigo sin entenderlo. ”Si mi papá se fue a por tabaco”…, ¿por qué lo hizo y para qué?... si no fumaba.

Ya lo entenderé cuando crezca…, bueno…, eso dice mamá.



GRIETAS María Elena Padrón

                                 

    El corazón se me disparó sin previo aviso. Aquel sonido, como de cristales rotos en mitad de la noche, puso a mis sentidos en alerta sin saber si quedarme sin respirar apenas o correr en busca de ayuda. Algo pasaba entre las paredes de mi casa. Esperé y el ruido constante de un crujir pequeño estaba allí en pasillos oscuros y camas vacías.
    Pasaron por mi cabeza escenas de rescates a deshoras. Lágrimas y escombros por revolver.  Temblando. Sería eso lo que le pasaba al mundo y yo, dormida, intentando olvidar.
  Cuando llegué al pasillo, lo vi. Grietas por todo el suelo, montañas      abultadas de azulejos que habían cobrado vida sin permiso.
   Caos, derrumbes, polvo, gritos, soledad. Suelo levantado. Grietas por donde escaparía polvo hacia mis libros, polvo a mis horas, polvo a mis recuerdos.
  Curioso pensar que las grietas del alma; calladas, espesas,  que luchan navegando entre tristezas, habían escupido por fin para hacerse visibles.
Grietas para gritar, para maldecir por lo que pudo haber sido y no fue.
Ahora me encaja todo.
No grité lo suficiente. No he llorado lo bastante, no he escupido mi rabia. Me he secado en grietas internas que me apuñalan y mis paredes escucharon, escucharon mis noches y escupieron lozas rasgadas en mitad de la noche.
Grietas abiertas que respiran sin consuelo.
En mi piso, en mis pasillos vacos, en mi alma.




PIEDRITAS Carlota Sosa





Un pequeño juega en una playa de cayados. Escucha encantado la música del mar que mueve las pequeñas piedritas con el ir y venir de las olas, chocando unas con otras, en un baño de sal.

     En uno de sus viajes, entre arenas blancas,  trocitos de cuarzo compuestos por miles de puntos de luz, comenzaron a brillar al salir el Sol. El pequeño-gran hombre se detuvo a contemplarlos.  Cuando lo sostuvo en sus manos sintió un extraño vuelco en el corazón.  Desde entonces, las piedras comenzaron a hablarle con las energías de las que eran portadoras. ¡Cuántas sensaciones! Comprendió que las rocas, a su manera, también amaban. Pintó un abecedario con las más redondeadas y cada letra era, entre otras cosas, un órgano del cuerpo humano. Él tomaba la piedra que representaba una parte enferma entre sus manos, y recitaba una oración; en otras, dibujó los grifos de las runas celtas, símbolos oraculares que ofrecían consejo e información. También lleva tres piedrecitas en sus bolsillos para que les recuerde las virtudes que representan: gratitud, alegría, que es una piedra blanca donde pintó alas de ángel; y la tercera, servicio.



     Construye castillos en la arena que se disuelven al subir las mareas. Esto le lleva a reflexionar que el Gran mar de la vida le redondea; pulen sus aristas los embates de sus olas emocionales; y, los minerales corpóreos, al final, se convertirán en granos de arena. El Gran Arquitecto ha creado el templo-castillo de su cuerpo, pero un día, una ola alcanzará sus costas y le fundirá con el océano estelar... Allí  volverá  junto con sus piedritas.

EL ARCOIRIS Alicia Carmen



Mi nieta se acurrucó a mi lado con su gatito en brazos y me susurró: abuela cuéntame un cuento pero no de esos de princesas y castillos que ya me los conozco todos.
Bueno nena, vamos a taparnos los tres con la mantita y te aseguro que te gustará: piensa en un pueblito bien pequeño sobre una colina,  pero no creas,  tenía su iglesia, farmacia, panadería, librería y un joven médico o sea todo lo que las personas necesitamos para sobrevivir.
Una espléndida tarde, llegó a esta adormecida comarca un circo, con todo el estruendo y la fanfarria que eran capaces de producir los tambores, las trompetas, los trapecistas haciendo equilibrismo, la mujer barbuda cantando, el hombre mono saltando de un lado a otro y también…un gato. El gato montado encima de un elefante parecía un emperador, como si todos debieran rendirle pleitesía, además tenía puestos unos estrafalarios anteojos.
El día de la inauguración del espectáculo, las personas más importantes del pueblo fueron a saludar al director de la compañía que estaba en medio de la carpa, rodeado de un público entregado.
Primero se acercó el alcalde. En ese momento al gato que estaba sobre un taburete, se le cayeron los anteojos y lo miró el pobre hombre que al parecer no era muy honesto, cambió de color y se volvió violeta. Al mirarle, su mujer se acercó asustada, el gato desvió la mirada y ella, que se decía en el pueblo era envidiosa, se volvió de color verde. En vista de los acontecimientos el recaudador de impuestos quiso arreglar el asunto pero también a él lo miró el gato y se convirtió en un tono gris que no era nada agradable. El panadero, que acostumbraba a aumentar los precios en su negocio, empezó a gesticular, el gato le lanzó su poderosa mirada y tomó un color amarillo que asustaba. La hija del farmacéutico secretamente enamorada del médico se quiso marchar pero el gato la miró fijamente y se puso absolutamente escarlata.
-¿Por qué pasaron esas cosas?-, me preguntó mi nieta. Bueno…era un gato mágico, no me lo he inventado, lo vi en la película…”Un día, un gato”.
El gato fue el encargado de revelar las profundas verdades que oculta el alma humana, lamentablemente los puso en evidencia.
-Espero mi nena que si algún día te tropiezas con ese gato permanezcas con tu mismo color.
-Abuela, estás toda roja.

-Sí mi niña, tú también, eso es por el chocolate caliente que nos estamos tomando.


MAREAS Carmen Garcés







El sol de la mañana aún no ha despertado y tú ya comienzas el día.  Realizas, como es costumbre, tu ritual; ese que penosamente te acompaña desde hace ya tanto tiempo…,¡demasiado tiempo!…y, entonces, sales a la calle.
            Comienzas otra jornada -frustrante y tediosa-, en un trabajo que te anula, que te limita.
            Tú, que soñabas con la libertad que da el sentir el viento en el rostro cada día; sin ataduras…, sin imposiciones, hoy te miras al espejo  advirtiendo  mareas de emociones contenidas y reflexionas -¿cómo has llegado hasta esto?-.
            Y así, como por inercia, transcurre tu día.
            A ti, cartero de profesión por caprichos del destino -ese que para muchos, porta noticias de sueños e ilusiones cumplidas-, hoy  te queda tan sólo anhelar aquella vida de aventuras y libertad.
Esa vida que, no obstante negarte a reconocerlo, sigues esperando encontrar, tal vez… al doblar alguna esquina.



ADIÓS Juan Carlos Chávez

                                                

     Unas veces en el mar, otras veces en la tierra; un puñadito de piedritas se me escapaba. Intentaba afanadamente retenerlas, pero  algunas siempre acababan por deslizarse entre mis dedos.
     Un aciago día causó que mi esencia comenzara a enrojecerse de lágrimas castigadas por un resquemor intenso; entonces, ya no se trataba de un puñadito; sino de un puñado.
     Mi silueta es ahora la que se estremece por un ardor penumbroso, que se solidifica en mis doloridas entrañas; aumentando así, y de forma alarmante, el número de puñados de piedritas que se me escapan.

     Una acaricia fría y lúgubre ha provocado mi desplome, la oscuridad me invade, ya no me siento. 

MI ABUELO Juan Carlos Chávez




    
     Allí estaba, en el desván; entre trastos viejos y olvidados, la silla de mi abuelo. La silla dónde cada tarde veraniega, en el balcón, observaba con detenimiento el transcurrir, unas veces lento y otras veces acelerado, del tiempo, dónde su respirar se hacía más pausado, dónde el sol acariciaba su rostro embellecido de arrugas, y dónde me contaba historias rocambolescas, que mi inocente imaginación se encargaba de darle realidad en mis pensamientos.
     En esas tardes, después de cumplir con desgana mis clases de natación, me apresuraba a colocarme a su lado; ansiaba sentir su voz, su mirada, sus guiños, sus caricias en mi espalda, incluso su tos crónica y sus quejas propiciadas por unas rodillas doloridas que la ocupación laboral maltrató.
      Hasta que un quemar intenso y despiadado lo devoró; descabalgándole de esa silla y arrastrándole a otra ubicada más allá del horizonte, de dónde jamás se levantaría.

     A pesar de los años, cada verano respiro su presencia sentada en su silla en el balcón.


OLFATO Águeda Hernández


Sentido por el que se perciben los olores denominado mucosa olfatoria.  Referido a percibirlo, cuando estos constipada no huelo nada.  Producir o despedir olor: los huevos podridos huelen muy mal.  Oler repetidamente con ahínco e insistencia y descubrir lo que está encubierto, esto también es tener olfato. Los perros tienen el olfato desarrollado o facilidad para descubrir lo que está encubierto.
La parte externa llamada nariz, parte que sobresale entre los ojos y boca y forma la entrada del aparato respiratorio.  Las gafas se apoyan sobre la nariz.  Las hay de forma aguileña, respingonas, narizotas, narizudos, nariz perfilada…
Tenemos la dicha que, gracias a nuestro olfato, recibimos el olor de variedad de fragancias, de perfumes, de las flores.  Pasar por la rosaleda, zonas arboladas y oler… uhmm
No puedo perder la ocasión de opinar sobre los olores.  Abuelas, ojo al dato, siempre me quedo con el perfume que exhalan los bebés: agradable, suave, bienoliente.  Ellos todos son de la fragancia más suave y agradable que existe.


LA GRIETA Nina Padrón





El día está triste.  Te levantas muy temprano. No sabes qué hacer.  De repente, miras para la pared y ves una grieta en ella.  Te asustas, ¿qué pasa?, se rompe mi casa.
Vas, te duchas y sales a la calle.  Cuando regresas, ya no te parece tan grande.  Es hora de comer, no tienes ganas pero vas a la cocina.  No comes nada.  Te sientas en el sillón, miras de nuevo la pared y ahora sí, ahora las grietas son mucho más grandes.  Te escondes en un rincón, ves bichos por todas partes y las grietas siguen creciendo, tienen alas, hasta hablas con ellas. Les pides unas para ti, te observan porque ven que tú no les tienes miedo.  Te conceden el deseo.  De pronto, te conviertes en mariposa y sales volando por la ventana.
Tu casa está perfecta, las grietas solo están en tu imaginación.  Procuras olvidar la soledad porque es demasiado amarga y te hacen ver fantasmas o grietas donde no las hay.


EL SENTIDO Lali Marcelino





La nariz de Margarita no funciona, nunca lo ha hecho. Margarita no conoce a qué huele la albahaca, el cianuro, el  huevo duro, un bizcocho cuando se está horneando o simplemente la tierra cuando llueve. Tiene olfato policial, es incisiva y muy ingeniosa, culpa del llamado  “sentido”.

       Es por todo esto, que cuando pasa delante de una panadería no puede saber si es que comemos mucho pan por el olor que desprende o es más bien por el sabor en sí mismo, …del mismo modo…que  nos dan asco los excrementos, más por su nauseabundo olor que por su aspecto.

       Ha aprendido a leer en las caras de las personas, para reconocer los olores pero, aun así, a veces acribilla a preguntas:

-Explícame con pocas palabras cómo es el olor de una cebolla. ¿Tiene algo que ver con su sabor?
-¿Por qué cuando alguien se muere le llevan tantas flores…es para esconder otros olores o porque las flores huelen bien?

       Es su forma de averiguar a qué huelen… los olores….  De esa manera ha terminado aprendiendo que “no todo el campo es orégano”.


MESA Nina Padrón



La mesa está suspirando,
le grito di qué te pasa.
Es que me aprieta un tornillo
y yo necesito grasa.
Del empujón que le di
la silla se le clavó
y entre el tornillo y la silla
la pobre se escoñetó.
Nina, trata bien la mesa
y no la hagas llorar
que bien mantiene tu plato
cuando tienes que ayantar
Sopa, pescado y batata
gofio puedes escaldar
pero no rompas la mesa
que te puede castigar.





PISANDO FIRME Esther Morales



Mi ser no solo se alimenta con un explosivo potaje con gofio, no.  Se alimenta con el murmullo de los brezos y las hayas en un paseo por los montes de Anaga.  El bramido de los pinos en un día de lluvia y viento en el monte de la Esperanza. La armonía de las olas que se acallan al romper en la playa de arena.
Remontándome a mi niñez, cuando el viento susurraba los mensajes en mi querido San Andrés, el sonido de las olas batiendo en el mar de El Golfo o el profundo silencio de la Hoya del Pino.

Mi alma y todo mi ser necesitan de esa naturaleza; olerla, respirarla y pisarla, porque también de ella me alimento.


jueves, 25 de enero de 2018

PUNTOS DE VISTA

EJERCICIO NARRATIVO TALLER


PUNTOS DE VISTA


Desde el punto de vista de una lombriz, si fuera pez no sería carnada
Juan Roberto Núñez

Desde el punto de vista del apetito, un bocadillo es como un paraguas bajo la lluvia.
Elena Padrón Morales

Desde el punto de vista de un teléfono, el mundo es un Parlamento
Carlota Sosa

Desde el punto de vista de una lombriz, el niño es un asesino
Juan Carlos Chávez

Desde el punto de vista del apetito, las papas son frenesí
Ana Benítez

Desde el punto de vista de un campesino, el mar no es necesario
Juani Hernández

Desde el punto de vista de un extraterrestre, el mundo es inhabitable
Carmen Garcés

Desde el punto de vista de una lombriz, el gallo es Hacienda
Lilia Martín Abreu

Desde el punto de vista de mi nieto, el mundo es cuadrado
Lali Marcelino

Desde el punto de vista de un poeta, la tierra no es azul sino líquida
Roberto Escarvajal

Desde el punto de vista de una lombriz, la gallina es un infierno.
Alicia Carmen

Desde el punto de vista del apetito, qué triste es un plato vacío
Esther Morales




miércoles, 10 de enero de 2018

COLGADAS de Esther Morales



Margarita y Sara caminaban por el centro de la ciudad dadas de mano.  Ellas, madre e hija, habían ido para hacer unas compras de última hora ya que esa noche celebrarían el quinto cumpleaños de la niña.
Dados los últimos acontecimientos del país en aquel momento, donde se hablaba mucho de robos de niños para sacarle los ojos y venderlos o, no sé si peor o mejor, violarlos, matarlos, Margarita apretaba  de tal forma la mano de su hija, en medio del tumulto de gente, que ésta la seguía renuente, escapándose en cuanto podía para ver los juguetes en los escaparates en medio de un embeleso.
La madre, cansada de tirar de la niña o de correr tras ella, le dijo:  Sara, como te vuelvas a soltar de mí, te cojo y te cuelgo.  La niña no volvió a soltarse, asustada.
Cuando llegaron a casa, Sara le pregunta a su mamá muy seria: mamá, ¿cómo se cuelgan las niñas? ¿se traban con pinzas?


EL ENCIERRO Juan Roberto Núñez




No sabemos cuánto tiempo más tardarán en venir a abrirnos la puerta. Cada mañana, desde hacía tres meses, escuchamos pasar la vieja y oxidada carretilla de Jacinto, el ruido de su trabada rueda ya es música para el entorno…
En el intervalo de su silenciosa tarea, escribe historias asombrosas que parecen salir de la misma cripta; mientras lo hace, cae en un estado de posesión absoluta, dejándose llevar por cosas que no sé si alguien más conoce, nosotros sí… Conocemos sus trances e historias, ¡porque las escribe dentro de nuestra habitación!: húmeda y mal oliente para cualquier humano, pero él es diferente. Aunque no venga a hablar con nosotros, nos ha hecho saber que pronto el ruido de su transporte se detendrá frente a la puerta de la oscuridad, para darnos luz, una claridad que hace tres meses no ven nuestros cuerpos y, de alguna forma, sin saber de dónde, podemos verlos, ¿será quizás la hora que esas dos urnas viajen al nicho familiar?...

No sabemos cuánto tiempo más tardarán en venir a abrirnos la puerta. Cada mañana, desde hacía tres meses, escuchamos pasar la vieja y oxidada carretilla de Jacinto, el ruido de su trabada rueda ya es música para el entorno…

En el intervalo de su silenciosa tarea, escribe historias asombrosas que parecen salir de la misma cripta; mientras lo hace, cae en un estado de posesión absoluta, dejándose llevar por cosas que no sé si alguien más conoce, nosotros sí… Conocemos sus trances e historias, ¡porque las escribe dentro de nuestra habitación!: húmeda y mal oliente para cualquier humano, pero él es diferente. Aunque no venga a hablar con nosotros, nos ha hecho saber que pronto el ruido de su transporte se detendrá frente a la puerta de la oscuridad, para darnos luz, una claridad que hace tres meses no ven nuestros cuerpos y, de alguna forma, sin saber de dónde, podemos verlos, ¿será quizás la hora que esas dos urnas viajen al nicho familiar?...



CONTUMACIA Juani Hernández



Contumacia: Jeremías 7-8:
¿Quién cae, no hace por levantarse? ¿Quién se desvía, no vuelve?
¿Por qué, pues, la rebeldía de este pueblo y su aversión?

         Con frecuencia le decía Jeremías a María su esposa y compañera de camino, mientras desayunaban en su acogedora casa de campo donde solían pasar los fines de semana.
-Cuánta paz, qué bien se está aquí, lejos del atronador ruido de las linotipias-
…Juntos habían estudiado en la facultad de periodismo y desde muy jóvenes habían soñado con fundar un periódico donde lo primordial sería informar, ante todo con rigor y pulcritud, serían líderes en información avanzada, ¡casi premonitoria!
-Así es, Jeremías, se está bien aquí, lejos de todo ruido y de esa necesidad que hemos adquirido de estar informados al instante.
-Cierto querida, hemos llegado a un punto en que las guerras las damos casi por capítulos…
Algunas veces, antes incluso de que sucedan, ha sido castigado el malhechor, enterrado al no muerto y enjuiciado al presunto…que no es presunto sino culpable y malversador de fondos, pero que tampoco está claro del todo, porque suele estar bajo secreto de sumario y así, la mayoría de las cosas, todo por ese afán de ser los primeros en lanzar la noticia, que por cierto, no es noticia por no estar constatada y que rodará sin el menor escrúpulo, de boca en boca y de chat en chat, sin medir las consecuencias, causando sufrimiento y en no pocas ocasiones…algún que otro suicidio.
-Sí, Jeremías, tienes razón y yo me pregunto…¿quién comete un error, no hace por levantarse, si le damos la oportunidad? ¿y quién se desvía, no vuelve? ¿Por qué, pues, la rebeldía de este pueblo y su adversidad?
-Te digo María que la contumacia, es el empecinamiento de querer tener siempre la razón, cueste lo que cueste, aunque para ello se haga el ridículo o lo que es aún peor, la muerte por causa del sufrimiento.
Estas son las consecuencias de la mentira instaurada en la sociedad como arma y logro.

-¡Sí, sí! Descuide, iremos.
-María, prepárate nos vamos a un funeral.
-Sí querido, me pondré las perlas que irán bien con el luto.




EL ENCIERRO Lali Marcelino



No sabemos cuánto tiempo más tardarán en venir a abrirnos la puerta. Cada mañana, desde hace tres meses, escuchamos pasar al butanero con su tintinear de bombonas chocando unas con otras. Lo peor que llevamos de este encierro circunstancial y ante tan bajas temperaturas, es bañarnos con agua fría.

         Nuestra despensa está llena, cada semana alguien nos surte, según nos portemos y sí cumplimos con el objetivo propuesto. Después de tres meses de encierro, sin ver a nadie más que a nuestros compañeros de juego,  la rutina diaria nos hace recordar nuestro cautiverio voluntario, que  convierte cada momento del día en una pesada carga.

         ¿Qué necesidad me hizo llegar a este punto de mi vida? Entrar en un concurso televisivo que siempre había visto como algo vulgar, chocante y hasta hortera. Vender mi vida privada para todo el que quiera ver mis miserias y mis alegrías porque, aunque lo que se pretende es aparentar teatralizándolo todo…es imposible que con el paso de los días no muestres tu ser, tal cual es, por dentro y por fuera, sin máscaras.

         Ya sé la respuesta…, vine aquí para huir de todo lo que se cuece: envidias, corruptelas, “quítate tú, pa ponerme yo”, hipocresías, egos disparatados y disparos perdidos que salen de mentes enfermas; …mejor encerrada sin agua caliente.


¿Y QUÉ PASÓ DESPUÉS? Alicia Carmen





Él es un hombre apuesto además de millonario y está profundamente enamorado de Vivian. Ella no puede creer como su suerte ha cambiado. Viste solo ropas elegantes, de buen gusto, claro que ha necesitado asesorarse, pero como es tan bonita, todo lo luce bien.

Esa noche, como tantas otras, se acicalaron para ir a una importante recepción. Ya en medio del bullicio, cada uno quedó en diferentes estancias. A ella se le acercó un camarero para ofrecerle una copa de champán, sus ojos la miraron sin poder creer lo que veían;

-Pero…si eres Vivian, estás bellísima, pero no eres mi Vivian. Ella inmediatamente reconoció a Iván, el chico que la trastornaba años atrás, al que jamás cobraba por sus servicios, es más, le encantaba estar con él, disfrutar de lo que la vida les ofrecía.

Se le revolvieron sus recuerdos, las mariposas estomacales volvieron a volar, pero no, ahora no podrá ser, pensó, tengo otra vida, otras metas.

-Vamos, le dijo Iván, a recordar tiempos pasados, aunque sea una sola vez más. Vivian se sintió vulnerable,  incapaz de resistir esa tentación. Todo su organismo gritaba…”sólo una vez más”. Se alejaron de la concurrencia y allí detrás de unos arbustos del jardín, sus cuerpos les dijeron que no se habían olvidado.

Al terminar la reunión, Edward le dio gentilmente la mano ayudándola a entrar en la limusina. Cuando el vehículo se detuvo…Edward le dijo;
-Puedes bajar…Ella, extrañada, miró y se encontró con el barrio más bajo y peligroso de Los Ángeles…aquí te devuelvo, esto es lo que te gusta.



lunes, 8 de enero de 2018

APRENDIENDO CADA DÍA María Elena Padrón Morales


Y de repente, lo veo claro.
Han  pasado ya mis años de niña buena; también aquellos  otros de adolescente
tímida, apocada.
Ahora, después de cabalgar a lomos de bestias hirientes, me desnudo de
ideas absurdas que sólo me atenazan.
Ahora escribo, no por saber, más bien para aprender. Cuando leo a grandes
escritoras, me meto en su piel y en sus líneas, a ver si, con suerte, algo me
salpica.
Y conozco con ellas el goce de poner en papel la ternura de una mirada y el
dolor de una despedida, una tormenta en el mar y unos caballos
relinchando.
Así, cada día; amasando vivencias y desmigajando sueños y aventuras por
llegar. Con un lápiz, con un papel. Y con cualquier escenario de fondo.



LA SOMBRA Juan Carlos Chávez

     


      En una noche agitada por un viento que escocía mis oídos, mi pantalla mental fue ocupada por una sombra sin forma definida, provocando que una desagradable sensación recorriera mí ya cuerpo entregado a movimientos involuntarios. Trataba de desviar mis pensamientos hacia un jardín de rosas rojas y blancas, o en el romper de las olas contra las rocas, pero esa deformada sombra siempre acababa por imponerse. Me propuse abrir los ojos, pero los párpados me pesaban. Intenté moverme, pero mis extremidades estaban bloqueadas. La respiración se hacía espesa. Al mismo tiempo me sentía encerrado. Y fue entonces cuando mi intuición me susurró que  me hallaba dentro de un ataúd.
          -¡Estoy muerto! Exclamaba agónicamente sin mover mis labios.
     Y esa sombra cobró forma humana y comenzó a ondear su mano derecha. La angustia activó su ansia en quererme devorar y mi grito se encalló en el momento en que esa sombra humana fue absorbida por una gran mancha roja que ocupó toda mi pantalla mental.

           Con brusquedad y esfuerzo abrí los ojos, recuperé mi movilidad, y allí estaba mi madre luciendo un negro atuendo y cubriendo con su humedecida mirada la foto de mi padre que portaba.


LA GRIETA Carlota Sosa Felipe



Esa grieta, abierta por el dolor y la rabia, tenía que haber cicatrizado en perdón y experiencia, pero… ¡no!. Cada vez se rasgaba más profundamente, cada vez se alimentaba  más en las sombras de sus noches.
Ella había amado profundamente. Puso todas sus esperanzas en él y… ¡la defraudó! Sus tierras no fueron bendecidas por un amor correspondido y,  poco a poco, se fueron secando.  Tan solo gritos de impotencia hacían rodar sus piedras ladera abajo.  
    Él,  había sido tocado por fantasmas abismales que no le dejaban tranquilo. Su corazón de volcán derretía pasiones. Quiso experimentar con otras montañas. Poco a poco, sus cenizas le cubrieron y ya no era capaz de arroparla, de quererla, de postrarse a sus pies y pedirle perdón por haberle causado tanto dolor.

    La grieta dividió sus dos laderas. Aguas turbulentas inundaron el Valle. En sus orillas crecían dos árboles, pero fueron inoculados por el odio. De alguna manera, las sombras de sus padres les alcanzaron. Sus pequeñas ramas no dejaban que los pájaros se posaran y solo escuchaban, a los lejos, sus melodías.   Sus cantos no fueron  del todo inútiles. El eco llegaba a sus tiernos brotes y les repetía una y otra vez que debían querer  a las dos montañas. Aunque las  percibían teñidas de rojo,  los dos árboles sabían que, a su modo, ellas fortificaban sus raíces y alimentaban sus flores.

La abuela montaña que tocaba el cielo intentaba bañar con lluvia transparente estas tierras para fructificar sus corazones y proporcionarles aires amigables. Sus esfuerzos no eran suficientes para despertar el amor de antaño en forma de respeto y buenos deseos. En su cima alguien enviaba luz de Sol.  Quería ayudarles, pero respetaba el libre albedrío. Confiaba que, con el tiempo, todo volvería a ser fértil otra vez. Pero, a veces…  lloraba.