jueves, 4 de abril de 2013

EL LIBRO de Alicia Carmen



Entró al libro una noche de abril.  Aprovechó que ya todos dormían y ¡zas!, se tropezó con una piedra grande que, para su horror, se movía.  ¡Ay, no!, pero si es un morrocoy, ¡qué susto!.  Pero bueno, es inofensivo.  Al instante se dio cuenta del persistente croar de las ranas y del sonido vibrante que producían los araguatos.  Pues sí, se encontraba en plena sabana.  ¡Oh, Dios! ¿y si hay algún puma o una cascabel?, pensó.
No imaginaba cómo había ido a parar al rancho de Lorenzo Barquero, que como siempre, dormía en su chinchorro, rodeado de botellas de ron.  Decidió esperar a la madrugada para emprender su viaje de retorno.  Al despuntar el alba, vio una figura femenina corriendo con un bultito, que parecía un bebé, en sus brazos.  Sigilosamente, dejó la criaturita al lado del chinchorro y salió apresurada.
-¡No, Bárbara! No dejes abandonada a Marisela, ¡es tan pequeñita!
Deseo insuflarle amor maternal, pero ella lo ignora y se va si mirar atrás.
No la detuvo, ni la maravillosa visión de los guacamayos, ni la hermosura de las orquídeas, ni las simpáticas iguanas, ni el majestuoso araguaney de la orilla del camino.
En ese momento, se oyó el canto de la pavita que, desde lo alto de la palma moriche, auguraba mala suerte a quien tuviera la desgracia de oírla.
Yo lo siento, no pude hacer nada para cambiar la historia.  Ya Rómulo Gallegos firmó su Doña Bárbara hace mucho tiempo y me fue imposible arrebatarle su novela.




martes, 2 de abril de 2013

CADA JUEVES A LAS SIETE de Nina Padrón Barbuzano









Aprovechó que ya todos dormían y, aquella noche especial del mes de abril, entró al libro.  En él había muchas princesas que tenían un sueño fantástico; a toda costa querían publicarlo y, gracias a la reina, se cumplió su deseo. 
Pero, en un momento dado, el sueño las venció y todas se quedaron dormidas, momento en que el escritor aprovechó para robarles su secreto, copiarles el libro donde cada una contaba sus historias.  Eran preciosas; unas de amor, otras de cariño y, como no, otras muy tristes, pero todas llenas de ilusión.
Recuerdo un huerto con hortelana, unos balazos lejanos, un coche que arranca, un demonio que acecha, el barco que se hunde, los curieles mirando el juego entre las mesas, más allá del infinito, la larga espera, el niño que corre, un largo paseo, una exposición, esperando bajo el espejo, la oscuridad en la lejanía, isla, pensando en tiempos lejanos, escuchando llaves en la puerta, entre los mejores amigos, ellos, en la casa, vivencias a las que, por desgracia, hay que decirles adiós.
Yo soy ese escritos así que, por favor, no le cuenten a la maestra que he copiado porque si no me castiga y yo quiero volver Cada Jueves a las Siete.









AQUEL PEQUEÑO GRAN LIBRO de Maruca Zamora



Juan era un niño que vivía en el campo con su familia.  Se ganaban la vida labrando las tierras y cuidando los animales, tareas en las cuales tanto Juan como su hermano ayudaban cuanto podían.  La ilusión de Juan siempre había sido estudiar, pero no podía ir a la escuela por lo que apenas conocía las letras que su padre le enseñaba cuando tenía tiempo.
Un día, Juan le pidió a su madre que le comprara un cuaderno y un lápiz.  Él había visto un pequeño, aunque gran libro que su padre tenía guardado y cuando iba al campo a cuidar de las cabras mientras éstas pastaban, lo llevaba con él y copiaba las letras de aquel libro en su cuaderno.  Así, día tras día, y aunque al principio no comprendía, llegó con el tiempo a escribir y leer correctamente, sin faltas de ortografía y con una letra preciosa.
Ya adulto, fue un tiempo al colegio y su profesor se admiraba, preguntándole cómo había aprendido a leer y escribir tan bien.  Él contestaba que había sido gracias a aquel pequeño gran libro de su padre.
Aquel libro era un Diccionario de la Lengua Española y el pequeño Juan, ese pastor de cabras, era mi padre.  Él cuidó siempre con esmero aquel libro editado en 1891 y un día, antes de irse de este mundo, me lo regaló, contándome su historia.  A partir de entonces, lo guardo como un tesoro.



CREER Y CREAR de Lilia Martín Abreu



Entró al libro una noche de abril.  Aprovechó que ya todos dormían y como por arte de magia penetró en él para convivir con todos los personajes de los cuentos de hadas.
Según avanzaba, se desencantaba de lo que veía, ¡qué horror!, pensó, no hay hadas ni buenas ni malas, ¿por qué les dirán cuentos de hadas?.  Encontró todos los cuentos cambiados. 
Blancanieves era la malvada dueña de un circo que tenía trabajando a los enanos como payasos y mantenía sometida a la madrastra, que era la atracción principal, ya que con su espejo era la adivina del circo, mientras el príncipe vendía manzanas por las gradas.
La Cenicienta había perdido algo más que el zapato en esa noche mágica y el príncipe, decepcionado, nunca la buscó.  Ella, cansada de esperarlo, decidió irse a vivir con Ali Babá y sus cuarenta ladrones, ya que ellos eran más cariñosos que sus hermanastras.
Caperucita Roja no llevaba la cesta para la abuelita, todo lo contrario, buscaba los tupper en la casa de su abuela porque su mamá estaba en el paro y vivían de la pensión de la abuela, e incluso el lobo colaboraba con ellas.
Caminaba solitario y desamparado ante aquel espectáculo que no le gustaba cuando, de pronto, se encontró con Pepito Grillo, así que aprovechó para preguntarle qué pasaba, que por qué los cuentos no eran como estaban escritos.  Pepito lo miró directo a los ojos y, viendo su tristeza, le dijo:
-Es fácil, creer y crear están a una sola letra de distancia, y tú has hecho las dos cosas.
Dicho esto, despareció.



CARTA A TU RETRATO de Juani Hernández





Santa Cruz, Primavera de 2013

            Querido mío:
Delante de tu retrato, como cada año por primavera, lo adorno con violetas para la ocasión.  Las he comprado rosadas porque quedan bien con tu tez morena, pelo blanco y porte de señor.
¡Necesito contarte algo…!  ¿A quién mejor?.
¿Te acuerdas?.  Yo era una niña y tu mayor
¡Qué felices fuimos con nuestro amor.
Hoy he encontrado un nuevo amor.
Él es un niño y yo…mayor.
¡No es lo mismo!, pero él llena ese rincón vacio de desamor.
Querido mío, te lo cuento y espero
tu aprobación.






EL LIBRO de Maruca Morales






Aproveché que ya todos dormían para poderme concentrar en la lectura del libro.  Era la historia de un hombre casado con cinco hijos que no tenía trabajo.  Salía a buscarlo pero no encontraba nada.  Sin comida para darle a sus hijos, los malos pensamientos lo volvieron loco y se metió en un supermercado, llenó unas bolsas con alimentos –lo más esencial –y salió corriendo.  Lo persiguieron y detuvieron.  Con el tiempo, lo juzgaron y le salieron unos años de cárcel; ¡por robar comida para sus hijos!.
Estando preso, decidió escribir un libro sobre todo lo que le había pasado, como había llegado hasta allí y sobre sus vivencias en la cárcel…
Aquel era el libro que estaba leyendo con tanto entusiasmo que decidía irme a dormir, hasta que el sueño me venció y…no pude enterarme del final de la historia.
Esta noche, cuando todos se duermen, aprovecharé para entrar de nuevo en ese libro tan interesante.



lunes, 1 de abril de 2013

EL SECRETO DE RAQUEL de Carmiña Gohe







Raquel vivía con sus padres y hermanos en una gran hacienda de un lejano país. Sus padres trabajaban las tierras que pertenecían a un matrimonio muy rico y a ella le tocaba encargarse de llevar las verduras y frutas a la casona.  A la señora le caía bien y hablaba mucho con Raquel, por lo que sabía que ni la niña ni sus hermanos iban al colegio.
Un día, la señora le dijo que si quería, ella le enseñaría a leer.  Así fue.  Con el tiempo, la señora se dio cuenta de lo lista que era Raquel y le propuso que se pusiera a escribir cuentos, narrando la vida que llevaba su familia y como ella los ayudaba a trabajar y sembrar las tierras.  Quedaron en que aquello sería un secreto entre las dos.
Mucho después, un buen día, Raquel recibió un paquete, con varios ejemplares de un libro y un sobre, dentro del cual venía un cheque a su nombre, proveniente de una editorial. ¡ El libro de sus cuentos se estaba vendiendo muy bien las librerías!   Fue así que aquel secreto dejó de serlo.


EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS de Tatiana Silkwood






Entró al libro una noche de abril.  Aprovechó que ya todos dormían y cayó al vacío.  A medida que iba cayendo se hacía pequeñita….  Cuando llegó al suelo, observó un conejo que iba corriendo hacia ella, agitando unos papeles con cara de energúmeno.  Azucena echó a correr, presa del pánico, y se escondió en el tronco de un árbol.  Desde allí, empezó a descubrir un mundo extraño, mágico y diferente, donde los sueños se hacían realidad: tocaba una flor y ésta se abría, alargaba su mano y cogía un fruto del árbol del pan; todo era sencillo y apacible.  Sus compañeros eran el suave viento, las hadas, los gnomos del bosque…
¡Azucenaaaa!  ¡Qué no le pago para que duerma en el trabajo…!  ¡Dios mío, qué despertar más brusco!.  El jefe la miraba furibundo, agitando unos papeles en la mano…