martes, 18 de agosto de 2015

ELLA. Alicia Carmen




            Ella entró al salón de clase y todo cambió, tuve la sensación de que un rayo de sol había iluminado la estancia. La miré fascinada, tenía un porte tan distinguido y caminaba con decisión como si supiera que su destino era brillar en un mundo necesitado de figuras glamorosas en quien reflejarse. Su expresión inteligente y sutil me hizo suponer que sería muy difícil competir con ella.
            Demostró tener una exquisita educación y don de gentes, era imposible no quererla, no sentirse orgullosa de compartir las alegrías y sinsabores de nuestra difícil edad.
            Los años pasaron y tomamos diferentes caminos, cada una buscando su lugar en la vida. Supe que había partido al extranjero a estudiar y a relacionarse con personas que yo ni en sueños hubiese podido conocer.
            Muchas veces la vi en la prensa rosa con su traje de amazona, presentando un libro y también con cámara fotográfica en la mano pues le gustaba el periodismo. No me extrañaba, ella era excelente en todo lo que se proponía.
            Las dos nos casamos en fechas cercanas, claro que mi boda no fue ni remotamente tan suntuosa como la suya. Supe que su luna de miel transcurrió en Acapulco y esta fue la primera vez que una punzada de celos me atravesó el corazón con lo que hubiera yo disfrutado de en paseo con mi marido por una vereda tropical.
            Ya para esas fechas mi excompañera de clases se había convertido en una reina de la elegancia, del estilo y la gracia, por eso, cuando se mudó a la hermosa casa  debido al ascenso espectacular de su esposo la redecoró a su gusto ofreciendo cenas a los personajes más importantes pues los esposos apreciaban el arte, la música y la cultura.
            Yo seguía leyendo los periódicos cada vez que ella aparecía, como si sus logros fuesen los míos y sus tristezas también las hubo me conmovieron desde la distancia.
            El azar quiso que ese día yo tuviera un viaje de promoción de mi empresa en esa ciudad. No tenía idea de por qué esa avenida precisamente estaba colapsada. Miré como se acercaba un coche en medio de la multitud. Vi a mi amiga con su esposo, levanté la mano para saludarlos aunque sabía lo improbable que era que me reconocieran en medio del bullicio. Pero mi brazo quedó paralizado al oír el sonido brusco de un disparo. Qué pasó?? Me pregunté sorprendida. Dos disparos posteriores me sacaron un grito aterrador de mi reseca garganta…

            Sólo vi a mi amiga en ese coche descapotable con la mirada desconsolada y su traje rosa de Chanel manchado de sangre tratando de reanimar a su esposo.


PEQUEÑOS FRAGMENTOS. Juani Hernández.


 
Pintura de Juani Hernández


Pequeños fragmentos…
de algo; o de nada…

Cuánto me gusta…
lo sé; es tan poco…
Pero eso sí; garantiza…
eso que tú y yo…

sabemos.



DICHOS. Maruca Zamora.





Genio y figura hasta la sepultura decía Carmen al hablar con su hija que siempre quería salirse con la suya, mira que quien siembra vientos recoge tempestades, le decía, trata de llevarte bien con tus compañeros de trabajo, igualmente en tu casa con los tuyos porque si no…, la vida es complicada, no puede ser siempre lo que tú dispongas y que los demás acaten tus ideas y órdenes, aunque sean muy buenas, hay que hacer el bien y no mirar a quien, te aconsejo  porque cuatro ojos vean más que dos.
Carmen aconsejaba a su hija tratando de convencerla pero con su carácter y forma de ser poco lograría, aún así, no cejaba en su empeño no quería tirar la toalla porque creía que Lidia terminaría por darse cuenta de que la terquedad y el egoísmo no la conducirían a  nada, que hay momentos en que es mejor la maña que la fuerza y nunca se debe decir de esta agua no beberé.


EL REENCUENTRO. Carmen Garcés.





El día amaneció gris y lluvioso, como todos los del mes de noviembre. El ambiente que se respiraba en las calles de la ciudad era tenso, a la vez que de expectación. Me dirigí, como siempre lo hacía, hacia el metro para tomar el tren que me llevaría a mi trabajo, allí,  la gente nerviosa, comentaba cosas que resultaban casi imposibles de creer, escéptico, escuchaba atentamente cada comentario.
Ya de noche, regresando a mi casa, un gran revuelo me sorprendió a medio camino. La gente gritaba consignas de libertad y bailaba alegre por las calles de la ciudad.  Presuroso, me uní a una muchedumbre que se dirigía al lugar donde se estaban produciendo los acontecimientos,  en aquel emblemático lugar, pude ver con mis propios ojos que lo que todo el día se había estado murmurando resultaba cierto.
Fue entonces cuando en la lejanía, y aún a pesar de la penumbra que reinaba, vislumbre unas figuras que me resultaron familiares; esperaban, -junto a muchas otras-, reencontrarse con sus seres queridos después de 28 años de ausencia.
Esta noche logré, después de tantos años separados,  besar y estrechar nuevamente entre mis brazos a mi madre, a mi padre y a mis hermanos. Nos fundimos en un abrazo eterno; lloramos, pero esta vez de alegría. Físicamente ya no éramos los mismos de antaño, sin embargo, en nuestro interior nada había cambiado. Aquella separación forzada de la que fuimos víctimas, no pudo con nuestro amor fraternal.
Hoy comenzamos una nueva vida juntos en una Berlín unida, lejos de la represión, la infamia y el dolor.
Finalmente ayer 9 de noviembre de 1989, el mundo ha conseguido derrumbar mucho más que una pared.


REVOLUCIÓN CONTINUA Lali Marcelino.





            Es una forma de expresión que se ha dado en todas la épocas en el ser humano e incluso en el reino animal. Ha influido, influye e influirá en los individuos de todas las edades, siempre de manera permanente y positiva.
            En grupo, individualmente o también a través de grandes colectivos, gana adeptos.  No escapa nadie a su influjo. Hasta las personas sordas la sienten. Sus vibraciones pasan a través de sus pies, porque los sonidos que se emiten por medio de cuerdas, de teclas, de percusión, de silbatos o del choque de dos cucharas o el cri-cri de un grillo, ellos lo perciben.
            Desde que era pequeña hasta mis días actuales, siempre me persiguió esta revolución continua, porque escuchándola me evadía y me tranquilizaba. Más tarde, en mi adolescencia, participar en vivo en conciertos al aire libre o en recintos cerrados, aparte de que gracias a ella nos reuníamos a su alrededor y hacíamos amigos, me enriquecía el espíritu y volvía a casa plena y llena para seguir escuchando más.
            En la actualidad es uno de mis mayores escapes. Con ella me enamoré. Hoy en día aunque ya no lo esté, ahí sigue estando nuestra preferida y sigo sintiendo escalofríos al escucharla, porque de ella sigo enamorada.
            Mi cuerpo como el tuyo, es una gran máquina de resonancia donde ella está instalada, por lo que quien quiera que nos haya creado, también la incluyó en nuestro interior, intuyendo que sería muy importante en nuestras vidas. Algunas son tan hermosas que aunque las oiga ciento de veces, sigue penetrando en mi interior una especie de regocijo, parecido al que experimentan dos amantes en su mejor noche.
            Tanto la siento, que hasta en los momentos de silencio la oigo y si no la fabrico.
            Estoy agradecida de todo cuanto me ha dado, por ello quiero rendirle mi más sincero homenaje a las notas, a los vibratos, a los acordes, a las resonancias, a los graves, a los agudos…
            Creo que nunca me decepcionará, aunque al pasar el tiempo pueda visitarme, aún sin oírla, intentaré escucharla y que los testigos me la transmitan.



DRAMA. Esther Morales.








            Se encontró con un gran alboroto y algarabía, había gente por todas partes, todos hablaban y gritaban a la vez, parecía, nunca mejor dicho, un gallinero, sin orden ni forma.
            Ella, llevándose las manos a la cabeza se dijo: Dios mío nunca voy a salir de aquí.
            Después de dos horas de cola y mucha paciencia, de oír todos los comentarios altisonantes, lloros y lamentos con mal presagios, al fin llegó a la ventanilla. Ella iba a un taller de perfeccionamiento en Madrid y tenía que llevar aquel maletín que contenía sus instrumentos de trabajo, todos aquellos males para quien la requisaba. Cuando se lo explicó al funcionario, para su gran alivio, la comprendió  y le dijo: bueno pero lo tiene que pasar por equipaje.
            Estuvo todo el viaje preocupada pero su alegría fue cuando llegó a Barajas y en la cinta transportadora apareció su maletita de mano con sus instrumentos de trabajo para un Congreso de Peluqueras.
            Esto ocurrió el 15 de septiembre de 2001, el Taller y el viaje ya estaba comprado.  Un suceso anterior, en días cercanos, había cambiado el mundo.




HIJO PREDILECTO Carmen Garcés





        ––Diga
       ––  Hola, soy yo. ¿Cómo estás?.
     ––    Caramba, ¡dichosos los oídos!.
      ––  No seas irónica, no hace tanto que no llamo.
     ––  ¿Que no?.  Ya, lo que tú digas.
        ––Oye, no deseo discutir, únicamente quería saber cómo está Lucas.
       ––Bueno pues,  ya era hora de que te interesaras por él.  El pobrecito lo está pasando muy mal. Nuestra separación le está afectando más de lo previsto; necesita verte y sentir que es importante para ti. Deberías venir un poco más a menudo a verlo y sacarlo por ahí, en fin, compartir juntos más tiempo.
    ––Ya lo sé, tienes razón, la verdad es que lo intento, pero he estado muy ocupado y no me queda tiempo para nada.
   ––     ¿Te das cuenta?, siempre pones las mismas excusas. Te recuerdo que Lucas es tu obligación tanto como mía, juntos tomamos la decisión de tenerlo y ahora me dejas sola con toda la responsabilidad.  Mira, el viernes tengo que llevarlo a revisión y a que le pongan las vacunas que le tocan, porque no lo llevas tú, seguro que se sentiría muy feliz.
    ––   ¡¡Uffff!!. Está bien, no me des más la paliza. Lo llevaré. Dime, ¿a qué hora tiene cita con el veterinario?



lunes, 17 de agosto de 2015

NO CUELGUES Roberto ES




-        -  No cuelgues, por favor.
-        -  Habla.
-        -  Fue todo un accidente.
-    -      Accidente, dices… Accidente es romperse una pierna o quemarse con aceite; pero esto…, esto, sólo tiene un nombre…
-      -    ¿Un nombre? ¿qué quieres decir?.
-         - ¡Venganza!
-       -   Pero… ¿Venganza de qué?. Mira, Juan, todo aquello está olvidado para mí…
-        -  Sí, eso pensaba yo. Pero veo que aún no me has perdonado.
-         - Que no. De verdad. No te guardo ningún rencor. Eres el hombre que más he querido en mi vida.
-    -      Y, entonces…¿por qué lo has hecho?
-       -   Ha sido un mal entendido. Créeme. Nunca te haría daño.
-          -Tú sabes lo que significas para mí y, aun así, no has dudado en joderme…
-        -  Mira, ya veo que por más que te lo explique tú ya te has hecho tu propio juicio, y nada de lo que te diga te va a hacer cambiar de opinión.
-        -  Escucha Juan, piensa un poco… ¿No crees que si hubiera querido: ”joderte”, como tú dices, lo habría hecho cuando metiste en la lavadora mi jersey de cachemir con tus calcetines sucios?.
-       -   Bueno… tal vez tengas razón…
-       -   Además, si quieres que te diga la verdad, me alegro que se haya manchado de lejía esa camisa que tanto te gustaba porque, sinceramente, era muy hortera.  Bueno, todo aclarado, ¿no?. Ahora ponte  a planchar la ropa que te dejé encima del sofá.
 -  Ah!: y cuidadito con quemarme nada… Adiooos Juan…










jueves, 13 de agosto de 2015

LA CASA DE EMPEÑO. Sandra MAI.





-       -   Buenos días, Casa de Empeños, ¿qué deseaba?
-      -    Buenos días, mire me llamo Tomás y estaba interesado en empeñar, unas cuantas cosas.
-     -     Cómo no… Dígame de qué se trata y le haré la mejor oferta.
-    -      Bien señorita, empezaré quitándome el amuleto más pesado que tengo…
-     -     Dígame, dígame…
-    -      Sí, a mi suegra… es única en el mundo entero, no hay otra igual que ella. Todos sabemos que vale lo que pesa y eso es mucho.
-   -       ¡¡Pero señor!!!! Creo que no me ha entendido
-  -        Sí, sí… la he entendido perfectamente. Mire… vaya tomando nota y al final me dice cuánto me pagaría por todo. Lo de empeñar quiere decir que a un tiempo ¿me lo devolvería? Pues mire, a mi suegra, se la puede quedar. Yo se la regalo.
-       -   ¡¡Pero señor!!! No puede ser, usted no me ha entendido a mí.

-   -       Sí, sí…es en serio, yo no soy una persona apegada a las cosas, lo bueno es desprenderse de ellas cuando ya no te aportan nada, ¿pa qué?…Mire lo segundo que quisiera empeñar, es un loro. Me lo regaló mi suegra y estoy seguro que me lo regaló para espiarme, sabe por qué lo sé… porque ya lo he visto en varias ocasiones hablando por teléfono con ella. Y estoy seguro de que es con ella con quien habla, porque a la mañana siguiente, mi suegra está informada de todos mis movimientos, no me interesa tampoco el loro, Ahh!!! Lleva un anillo de oro en la pata derecha, pero eso es lo que menos valor tiene para mí. Y por último, también estaba interesado, ya que  mi mujer murió hace años, Dios la tenga en la gloria, porque ella sí que era una santa…no como la madre y el loro. La pobre se dedicó toda la vida a coleccionar cayados… sí, sí cayados de playa, tengo la casa llena de piedras de todas las formas y tamaños. Ya me cansé de todo…de mi suegra, del loro y de las piedras. Esto es una carga muy pesada para mí, ya a mi edad… ¡¡¡Señorita, señorita!!! Está usted ahí? Oiga…oiga!!!.




LA LLAMADA. Maruca Zamora.





-      -   Sí, diga.
-        - Soy Maribel, de artesanía, ¿cómo estás?.
-       -  Bien y ¿tú?.
-        - Bien, bien gracias, ¿qué sabes de Maikel?.
-       - Ya estará para regresar.
-         -A ver si nos visita.
-         -Sí, ya falta poco para que por fin me crea que esté aquí.
-     -    Bueno, me alegro por ti y por él, que venga y descanse un tiempo. Mira Angélica, te llamo para comunicarte que el día 17 son los exámenes de muñequería para que estés en la selección de nuevos artesanos en esa especialidad y emitir los carnets de artesano.
-        - Bueno ahí estaré, si no hay ningún inconveniente.

-         -Gracias Angélica, contamos contigo, te esperamos.

LO DE TODOS LOS DÍAS. Esther Morales





-          Hola soy Ruth de Canarias, ¿tú quién eres?
-          Hola señora Ruth como está, soy Caty la hija de Elsa.
-          ¿Cómo estás mi amor?.
-          Bien, bien.
-          ¿Está tu madre?
-          Sí, se la paso.
-          Gracias.
-          Hola Ruth ¡cuánta alegría oírte!
-          Igual, igual.
-          ¿Cómo están tus hijas, tienen trabajo?.
-          Bueno Elsa, la mayor tú sabes que está en China y la pequeña está conmigo. Y tú ¿estás trabajando?.
-          Estoy haciendo algo en el bufete de un amigo, aquí están las cosas muy mal para mí, como tengo antecedentes penales se me cierran todas las puertas.
-          ¡Qué fuerte!.
-          Aparte de los problemas que tenemos con la comida, tenemos que levantarnos a las cinco de la mañana, mi hijo que ya se casó quiere irse de aquí; está buscando donde será mejor.
-          ¿Cómo está Elena, tu madre?.
-          Está muy viejita, ayer cumplió 92 años, ya no puede caminar y tenemos que ponerle pañales, eso cuando los conseguimos porque están escasos y casi no hay; te la paso pues estaba esperando tu llamada.
-          Hola mi amor, cómo estás, cómo están tus hijas, te extraño mucho, echo de menos el cuchicheo que teníamos.
-          Feliz cumpleaños, Elenita, que cumplas muchos más.
-          Sí, está trabajando con un compañero.
-          Bueno Elenita, un abrazo fuerte.
-          Sí, salió a comprar algo de comida, chao, chao.
-          Un abrazo fuerte, chao, chao.





ECOS EN LA ESCALERA Ana Rosa Benítez.




– Hola Mene, soy Maruja.
–Buenos días!. ¿Ha pasado algo?. Son las 8 de la mañana.
–Vas a flipar. Ya han descubierto quién es el amante de la descarada del 4º.
–¿Quién te lo dijo?.
–Encarna, la del primero.
–¿Y cómo lo averiguó?
–Estuvo escondida en el cuarto de contadores toda la mañana, vigilando   todos los movimientos del edificio.
–¿Y conocemos al amante?.
–No te lo pierdas es vecino del edificio pero no le vio la cara. Me dijo que lo vio salir de casa de la pelandrusca y que iba disfrazado        con gorra, unas gafas y una chaqueta de cuero. Pero que entró en la vivienda del quinto piso.
–Maruja, yo soy la que vivo en el quinto. ¿Quieres decir que era mi marido?
–Entonces sería en el sexto piso.
–Pero Maruja si no hay sexto. Maruja, Maruja, ¿has cortado?.