jueves, 2 de junio de 2016

ALFANJOR DE POLLO Juan Roberto Núñez.




            Solía odiar  a mi Sargento Rodríguez, un hombre frío, poco accesible, creído y negro, pero algo hizo que aquella tarde, empezara a verlo de manera distinta. Les cuento que una de esas tardes llegaba de guardia de la casa presidencial, más que apresurado al Escuadrón de Armas al cual pertenecía y después de tanto jaleo por fin volvería a casa, no hice más que llegar y dejé el equipaje para pasar por agua y rajar, pero al hacerlo zas ¿Quién estaba allí? El Alfajor de Pollo del Sargento rodríguez si se preguntan el porqué del apodo es que para mí no existe me di la vuelta para hacer tiempo de que éste se fuera y en ese momento me dice… ¡Buenas tardes agente Núñez! Al girar y verlo tenía una expresión que para mí no le conocía de esas que ningún enemigo se alegraría al verte, mantuve mi educación y no me quedó otra que responderle ¡Buenas tardes mi Sargento! Y éste me dice…si tiene tiempo lo estaba esperando quería hablar con usted…me di cuenta que tal vez quería limar asperezas y de que aparentemente una educación latente tenía.
            No perdí oportunidad de desvelar tanto polo opuesto desde el primer día y le dije: que sí, que para mí no era problema, ¡ya sabía yo que todo venía por la acalorada discusión que tuvimos!, la cual me costó 30 días de arresto a rigor en un calabozo de no más de 2 metros, para que me enfriara todo por acusarme de algo que no hice y por llamarle racista…¡claro! Queda gracioso viendo el panorama; como un muerto asustado por un fantasma.
            Llegamos al debate y dijo…Mire no sé por qué me enfrenta, si soy la autoridad, me llamó racista delante de todos y hoy me entero que también me dice Alfajor de Pollo…¿y sabe qué? No paraba de reírme, mire aquí ingresan jóvenes sin valores con  poca educación y yo lo único que he tratado de hacer es medir los suyos, sólo eso…, al escucharlo sentí ganas que lo fulminara un  rayo y eso que soy manso como agua de pozo pero con una sonrisa le dije…
Mire hay cosas que no cambian como el que nace para pito y no llega a corneta. Antes de medir valores habría que ver los que uno tiene y para hacer vales la autoridad, no es necesario dejar de ser gente, cuando ingresaron a mi madre usted no me autorizó a salir para verla, cuando estaba en el calabozo diciéndome que primero estaba el ejército y después la familia a lo cual le dije que para mí es al revés, y que es la primera vez que veía aun negro racista de su imagen, por lo cual no debería tener espejo en su casa y seguramente lo afeitaría su mujer… si a usted eso le sonó fuerte que deja para mí sabiendo que estaba violando el reglamento al cual usted se rige como norma de vida, así que ya no queda nada más que decir: Alfajor de Pollo.
            La cara le cambió, parecía la bola 8 y sin más dijo “mañana tomaré cartas en el asunto y lo pasaré al calabozo por faltar a la autoridad” y yo le dije…no encontrarás las cartas porque soy yo quien tiene el mazo. ¡Se ve que no te has enterado que ya no vendré más!, pasé la baja definitiva hace 3 días y para que medites, vas a ser vos quien pase al calabozo mañana, porque remití la denuncia de violación del reglamento por no dejarme salir a los 15 días de los 30 que me regalaste. Mi amigo el Coronel falló a mi favor, para que veas que no es necesario ser Sargento, tener autoridad ni andar midiendo valores. Muchas veces alcanza sólo y simplemente con caer en gracia…
            Y ahí se quedó en aquel bar un Alfajor de Pollo bebiendo cerveza.




1 comentario:

  1. Aunque un poco largo para las características del Taller, este es un relato en toda regla. Me han gustado mucho el tono y la intención que has usado, acompañado también de un excelente ritmo narrativo. Muy bien, Juan Roberto.

    ResponderEliminar

Nos gusta saber tu opinión, sea cual sea. Déjanos un comentario. Gracias