miércoles, 31 de enero de 2018

Maruca Zamora COMPAÑERA DE VIAJE



         Mi amiga me acompaña cuando observo las estrellas y la luna; es un momento de paz. Las miro una a una y a veces me pongo a contarlas preguntándome cuál de tantas será la que me ayuda en esta vida. Seguro que tengo una que me guía por estos caminos inciertos y peligrosos que he elegido seguir. Tiene que haber algo arriba que nos dirige.

         Pensando pensando, en ocasiones me quedo dormida y de repente algo me despierta:  me caen en la cara…dos mangos que con el viento se han desprendido del árbol. Regreso a la realidad del día a día, me despido de mi amiga…-hasta la noche- le digo, y empiezo la jornada de trabajo. Todos son iguales, problemas por resolver, enfermos a quienes cuidar, pobres a quienes ayudar a sobrevivir.

         Llega la noche y de vuelta a casa, voy en su busca y nos tumbamos juntos a descansar, a soñar con un mundo mejor, la acaricio y le digo gracias amiga por estar conmigo. Hace años que estamos juntas y en la noche  nuestra cita es bajo esta mata de mangos y tú no protestas, me esperas todos los días con el mismo cariño para, juntas, contemplar el firmamento, hasta que nos toque ir a otro país y entonces te bajo con mucho cariño, te doblo, te guardo en mi maleta y te digo…-mi querida amiga hamaca, nos toca coger vuelo a nuestro nuevo destino.


1 comentario:

  1. Este relato adquiere para mí una dimensión enorme porque sé de dónde viene, porque conozco el profundo amor por el dueño de esa hamaca, de esa compañera de viaje que te trae de vuelta, de vez en cuando, al hijo pródigo

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