miércoles, 31 de enero de 2018

GRIETAS María Elena Padrón

                                 

    El corazón se me disparó sin previo aviso. Aquel sonido, como de cristales rotos en mitad de la noche, puso a mis sentidos en alerta sin saber si quedarme sin respirar apenas o correr en busca de ayuda. Algo pasaba entre las paredes de mi casa. Esperé y el ruido constante de un crujir pequeño estaba allí en pasillos oscuros y camas vacías.
    Pasaron por mi cabeza escenas de rescates a deshoras. Lágrimas y escombros por revolver.  Temblando. Sería eso lo que le pasaba al mundo y yo, dormida, intentando olvidar.
  Cuando llegué al pasillo, lo vi. Grietas por todo el suelo, montañas      abultadas de azulejos que habían cobrado vida sin permiso.
   Caos, derrumbes, polvo, gritos, soledad. Suelo levantado. Grietas por donde escaparía polvo hacia mis libros, polvo a mis horas, polvo a mis recuerdos.
  Curioso pensar que las grietas del alma; calladas, espesas,  que luchan navegando entre tristezas, habían escupido por fin para hacerse visibles.
Grietas para gritar, para maldecir por lo que pudo haber sido y no fue.
Ahora me encaja todo.
No grité lo suficiente. No he llorado lo bastante, no he escupido mi rabia. Me he secado en grietas internas que me apuñalan y mis paredes escucharon, escucharon mis noches y escupieron lozas rasgadas en mitad de la noche.
Grietas abiertas que respiran sin consuelo.
En mi piso, en mis pasillos vacos, en mi alma.




2 comentarios:

  1. Poderoso relato de grietas literales en un universo rebosante de grietas figuradas. Se ven, se tocan, se sienten y se presienten de un modo rotundo; obra del poder de tu palabra

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  2. Me transmite lo vivido, pero también lo olvidado. Un corazón lleno de un amor I finito, un amor insondable. Me gusta leer lo que leo de ti.

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