miércoles, 10 de enero de 2018

EL ENCIERRO Lali Marcelino



No sabemos cuánto tiempo más tardarán en venir a abrirnos la puerta. Cada mañana, desde hace tres meses, escuchamos pasar al butanero con su tintinear de bombonas chocando unas con otras. Lo peor que llevamos de este encierro circunstancial y ante tan bajas temperaturas, es bañarnos con agua fría.

         Nuestra despensa está llena, cada semana alguien nos surte, según nos portemos y sí cumplimos con el objetivo propuesto. Después de tres meses de encierro, sin ver a nadie más que a nuestros compañeros de juego,  la rutina diaria nos hace recordar nuestro cautiverio voluntario, que  convierte cada momento del día en una pesada carga.

         ¿Qué necesidad me hizo llegar a este punto de mi vida? Entrar en un concurso televisivo que siempre había visto como algo vulgar, chocante y hasta hortera. Vender mi vida privada para todo el que quiera ver mis miserias y mis alegrías porque, aunque lo que se pretende es aparentar teatralizándolo todo…es imposible que con el paso de los días no muestres tu ser, tal cual es, por dentro y por fuera, sin máscaras.

         Ya sé la respuesta…, vine aquí para huir de todo lo que se cuece: envidias, corruptelas, “quítate tú, pa ponerme yo”, hipocresías, egos disparatados y disparos perdidos que salen de mentes enfermas; …mejor encerrada sin agua caliente.


1 comentario:

  1. De este relato me gusta el subtexto, lo que subyace debajo de lo que se cuenta. Como casi todo lo que escribes, invita a la reflexión, nos anima a mirarnos en el espejo de la verdad. Y por si nos quedaba alguna duda, ese final con sorna nos lo clarifica.

    ResponderEliminar

Nos gusta saber tu opinión, sea cual sea. Déjanos un comentario. Gracias