jueves, 13 de marzo de 2014

EMPEZAR DE NUEVO de Roberto.Es

Obra de Dalí



Era el primer verano sin ti, en nuestra amada Costa Brava.  El estío había sido largo y tedioso; solo tu ausencia me hacía compañía.  En la habitación, el calor pesaba como una losa jadeante que me impedía respirar.  El trabajo, después de un largo día frente al ordenador, me había dejado exhausto.  Caía la tarde, cuando decidí bajar a la playa para refrescarme y contemplar el crepúsculo; ese momento en que el sol le hace un guiño a la noche tras su manto azafranado.  Me despojé de mis ropas y, al acercarme a la orilla, el océano alargó sus dedos de espuma para atraer mi cuerpo desnudo hacia su vientre marino, apoderándose de mí como un amante cautivo.  Al emerger, aturdido y confuso, observé como la oscuridad ya había deslizado su estrellado velo.  Tenía una sensación extraña; intuía que algo era diferente.  Desde la costa, iluminada por antorchas, provenía una música de ritmo pegadizo pero antiguo, como de otra época, que me resultaba inquietamente familiar.  A través de la luz que desprendían las pavesas, se adivinaban siluetas que contorneaban sus cuerpos con apasionada y trepidante vehemencia, al compás de aquella animada melodía.
La noche estalla con  una fiesta de fuegos artificiales, encendiendo con llamativos colores la bóveda celeste.  Ahora, al acercarme a la bahía, las figuras antes difusas, se perfilan en formas cada vez más concretas: ojos centelleantes, narices esculpidas sobre bocas que se besan; que ríen, cuerpos que se abrazan y se felicitan.  Me sorprende que vistan atuendos y peinados propios de otros tiempos. 
Mi braceo es cada vez más débil; me abandonan las fuerzas y, agotado, encallo en la dura arena, exhausto por el esfuerzo.  Aún turbado, creo adivinar como una borrosa figura se acerca y me contempla…
-¿Dónde estoy? –pregunto.
Apenas logro articular una frase.
-Por favor, necesito un móvil…
Pero me desvanezco.
Cuando abro los ojos, me tropiezo con una mirada que me sonríe y me susurra un amor añorado; una cálida voz rasga el silencio…
-Por fin has vuelto de tu delirio. ¡Feliz Año Nuevo! ¡Feliz 1820!
Mis pensamientos cabalgan ahora desbocados: imágenes de otras caras, de otros cuerpos, se muestran en mi acelerado corazón.  Perplejo, tras unos segundos intensos,

te devuelvo la sonrisa y nuestros labios se funden, se reconocen, recuperando los besos perdidos, los besos olvidados.
-Estoy en casa, y esta vez para quedarme para siempre, para empezar de nuevo…




4 comentarios:

  1. Relato que nos acerca a la concepción filosófica del eterno retorno; al menos a mí me lo parece. Profusión de imágenes poéticas y de metáforas que hablan de un narrador ávido y apasionado por jugar con las palabras.

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  2. Es un placer pasear por tus escritos, tienen todos los ingredientes para atrapar. Felicidades y un abrazo.

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  3. Hermoso relatos, Roberto.

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  4. Que habilidad para plasmar en el papel tantas emociones intensas . Felicitaciones , un abrazo, Alicia.

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