martes, 18 de marzo de 2014

LA ENTREVISTA de Lilia Martín Abreu




Con mi recién estrenada licenciatura como escudo, entré en el edificio con paso seguro.  Era mi primera entrevista de trabajo.  La entrada reflejaba sobriedad, con suelos de mármol y escalera con balaustradas de bronce.  Entré al ascensor que tenía un gran espejo biselado que reflejaba mi imagen, completamente impecable.  Marqué el piso cinco pero el ascensor, en vez de subir, bajó.  En ese momento, pensé que lo habían llamado de los pisos inferiores, pero él seguía bajando con un impulso cada vez mayor.  De pronto, sentí un ligero aturdimiento.  Me miré al espejo y mi cara estaba desencajada.  En ese mismo instante, el espejo se abrió como una puerta y entré por ella.  Llegué a la sala donde me harían la entrevista.  Estaba decorada con estilo futurista, aunque me llamó la atención que tenía algunos objetos retro y muy raros, como uno de los cuadros antiguos que están en casa de mi abuela.  Un reloj que caminaba a la inversa; no daba la hora, las quitaba.  Me entregaron una pantalla táctil y un lápiz mongol, el que usaba cuando era niño; me llamó la atención porque hacía tiempo que no los veía. La pantalla se iluminó con un letrero que decía ¿ERES FELIZ?.  ¡Qué pregunta más rara!, pensé.  Traté de contestar pasando el dedo y no funcionó, entonces lo hice con el lápiz y escribí en la pantalla un bien grande.  ¿ME PODRÍAS DECIR CUÁL ES EL SECRETO?.  Se leía muy claro en la pantalla nuevamente. ¿Secreto? No hay secreto, todo está en tener actitud positiva y saber vivir, escribí.  ¿QUIÉN TE ENSEÑÓ ESO?, preguntó la pantalla parpadeando.  Yo me emocioné al recordar y escribí: MI ABUELO y TAMBIÉN EL TIEMPO COLABORÓ.  La pantalla reflejó su opinión con un ¡MUY SABIO TU ABUELO!. ¿LO CONSERVAS AÚN?.  Una gran tristeza me invadió al escribir ¡NO!,  ¿Y EL TIEMPO…LO CONSERVAS A ÉL? Me volvió a preguntar.  Yo me estaba mareando con esas preguntas tan raras y contesté SÍ, LO CONSERVO.  Ya veía borrosa la pantalla pero acerté a entender lo que decía ¿QUÉ PASARÍA SI HOY LO HIPOTECARAS, SEGUIRÍAS SIENDO FELIZ? ¡SÓLO EL TIEMPO SABRÁ LA RESPUESTA!, respondí…
Mi mareo se agudizó tanto que los cuadros se difuminaron, quedando sólo el lienzo en blanco.  Cuando volví en mí, estaba frente al espejo del ascensor que subía al quinto piso.  Tenía algo en mi mano que extrañó mucho: un lápiz mongol.  No recordaba haberlo llevado y no sabía de donde había salido.




2 comentarios:

  1. Este relato tuyo es una excelente visita al cuento fantástico. El detalle del lápiz mongol, como objeto que navega en los dos mundos, el de la fantasía y el de la realidad, para unirlos, me parece un recurso muy efectivo. Genial.

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  2. Que imaginación Lilia , la verdad que este relato me atrapó de principio a fin .Insuperable. Felicitaciones . Alicia

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