miércoles, 4 de febrero de 2015

REVESES Lali Marcelino





Esa persona que me volvió loca se encontraba en la esquina y esos recuerdos que mi mente había borrado de un plumazo, regresaron en un abrir y cerrar de ojos, al verlo allí parado, mirándome.
¡Alicia!, despierta, tienes una pesadilla. Era mi madre que con desasosiego y preocupada, al oír mis gritos y lamentos, lo primero que imaginó es que volvía otra vez a mis locuras.
Desperté agitada y algo extraña al ver que estaba en mi habitación, la de siempre, la que tanto añoré en mis años de reclusión, en aquel centro de reposo o mejor diría, retiro de los inadaptados o enfermos, según diagnostican los doctos en moral.
El amor no conoce de reglas, ni de normas ni es todo lo correcto que debería ser. Él fue el causante de mi desgracia. Nunca consintió que su hija tuviera relaciones con una mujer y tramó una gran injusticia contra mí para apartarme de su lado, sin darse cuenta que fue su propia ruina.
La sigo queriendo, aunque tenga que ir a llorarla al panteón nº 8 de un triste cementerio. Mi cordura es la misma y lo único que tengo en mente es una perversa venganza, ¿es eso lo que quiero?. No, no es lo que quiero, espero que de nuevo el amor vuelva a renacer en mí, es lo único que puede curar esta rabia, además de poder ver de nuevo a mí querida Carlota lejos de esta blanca habitación enrejada.




1 comentario:

  1. Buena trama la de este relato, Lali. Me gusta cómo has llevado los tiempos, lo que otorga al microrrelato una estructura funcional. Muy bien.

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