jueves, 12 de febrero de 2015

PÉTALOS Lali Marcelino





Desde la ventana de la derruida casona, se divisaban los invernaderos donde varias generaciones han cultivado miles de rosales para, finalmente, destrozar su hermosa flor…
Al morir mi padre, heredé todo.  Siempre estuve fuera del negocio, metida de lleno en proyectos en defensa de la naturaleza. Así que, una vez allí, decidí cambiar el rumbo de la empresa porque creí que no se debía privar a nadie de la contemplación de tal perfecta flor.  Creía que también podía ser viable otro enfoque; hacer con ellas algo distinto…  Ahora reconozco que debí separar ilusión de interés comercial.  Todo lo que mis ancestros habían logrado en el pasado, yo lo destruí en menos de dos años, llevando a la ruina total a nuestros invernaderos.

Lo que ahora se vislumbra por la misma ventana es un paisaje desolador.  Ya no hay rosas, ni pétalos, ni hombres y mujeres entrando a trabajar en los invernaderos.  Tampoco se olerá más nuestro perfume Pétalos.  Hoy me pregunto ¿qué diferencia hay entre usar una flor plantada en un jarrón o aprisionar su perfume en una botellita sofisticada? ¿No es más valioso, mantener vivos los sueños de mucha gente olvidando los nuestros?


1 comentario:


  1. Abierto está el debate con las preguntas planteadas como cierre de tu relato. Que el lector se las conteste a sí mismo o a través de los comentarios en este blog sería interesante. Mira lo que han dado de sí tres imágenes y un título. Buen trabajo

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