martes, 19 de marzo de 2013

NO HAY QUE TOMARSE LA VIDA TAN SERIO de Carmiña Gohe





Un padre que tenía cuatro hijos pensó en dejarles una buena herencia y por ello trabajaba muchísimo, lleno de ilusión.  Así fue hasta que llegó el día en que se enfermó.  Entonces les llamó para indicarles que todo su dinero sería repartido a partes iguales entre los cuatro hermanos.  Una vez lo hubo hecho…, todos fueron despilfarrando lo que a ellos no les había costado esfuerzo alguno.  De esta historia podemos extraer la moraleja de que no hay que tomarse la vida tan en serio como lo había hecho aquel padre, sino vivirla.


1 comentario:

  1. No dejas de tener razón; a veces nos olvidamos de vivir pensando en un futuro que no llega nunca

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