sábado, 19 de noviembre de 2011

ESTAMPIDA de Lilia Martín Abreu


ESTAMPIDA


Este muchacho, alto como un junco y veloz como una gacela, hoy igual que ayer, corre por la avenida, llevándose a su paso todo cuanto obstaculiza su camino; como si su vida dependiera de ello.  Algunas personas lo miran con indiferencia, mientras otras le gritan e insultan a su paso.  Él está vacunado contra todo eso.  Ya no se inmuta.  Su corta vida ha sido siempre una carrera de obstáculos; como si su único objetivo fuera correr y correr, como un gran atleta que persigue la meta.  Y su meta en este momento es alejarse lo más posible.  Mira hacia atrás con desespero mientras dobla la esquina y sigue corriendo.  Al fin, su cuerpo no aguanta más y se detiene.  Su corazón acelerado late con fuerza, tanto que a él le parecen tambores de guerra o una estampida de elefantes en medio de una sabana.  Tras unos minutos de espera, vuelve a su lucha particular por sobrevivir, por subsistir.  Extiende una vez más su humilde manta en el suelo y sobre ella deposita todo su patrimonio: unas cuantas gafas de sol, algunos cinturones y media docena de gorras y... todo comienza de nuevo.

6 comentarios:

  1. Modos de vida diferentes, tristes, solitarios...

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  2. Este relato es tan real!, llegan a mi memoria tantas imágenes, toda esa gente, que día a día se buscaban la vida trabajando de esa manera y corriendo con la suerte de que no los pillara un policía, porque a parte de perder su mercancía muchas veces también perdían hasta la dignidad. Como siga esta crisis, nos tocara buscar un ladito y comprarnos unos buenos tenis!. Un beso mi hermana.

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  3. Real y muy duro tu relato, estos jóvenes manteros tenían que dejarles vender lo que tienen en la manta. Cuando compramos algo ya sabemos que no es nada auténtico, pero con nuestra aportación, ellos tienen para comer, y esto es mucho mejor, que dedicarse a robar en cualquiera de sus formas. Perseguirlos, es matar la esperanza que les trajo buscando una vida mejor. Por eso me ha encantado tu entrada, es tan real, y alguien debe levantar su voz, por ellos que se la tienen silenciada.

    Un abrazo.

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  4. Pues sí Isabel, es de un realismo como la vida misma. Este verano terminé con dos relojes que no miden bien el tiempo, pero al menos, sus minutos parados, se convertirían en un par de bocadillos que ayudaran a una subsistencia, por desgracia : vinculada a sus huidas precipitadas.

    Me gusta el realismo ficcionado.

    Un abrazo des -
    demispalabrasylasvuestras.

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  5. Este relato, es muy real.
    Es cierto que sería competencia desleal a el resto de comercios de la zona, pero ¿Qué hay de malo? No roba, no vende droga y se les persigue como criminales, por el simple hecho de intentar sobrevivir. Señores policias, los verdaderos verdugos, a veces, visten de traje y corbata...

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  6. LA VIDA ES UNA CARRERA CONTINUA SIN PODER PARAR. QUE BIEN DESCRIBE TU RELATO EL MUNDO QUE NOS HA TOCADO VIVIR.LA ESTAMPIDA PODEMOS HACERLA EN CUALQUIER MOMENTO.

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