domingo, 6 de noviembre de 2011

SOL DE MEDIANOCHE de Águeda Hernández

SOL DE MEDIANOCHE

Entró a la habitación cerrando la puerta tras su espalda.  Estaba en penumbra.  Sonrió a través de sus lágrimas, encendió la lámpara de la mesilla de noche y se recostó. 
Entonces, después de abrir el libro, cerró los ojos.  Por primera vez, contempló su vida con claridad, sin juzgarse pero sin excusarse.  En ese instante, aceptó toda la responsabilidad por su vida.  Ya no tenía miedo.
De pronto, en la habitación hubo un aterrador silencio. Ni los pasos de Rebeca, ni su voz, pensó.  Jamás en su vida se había sentido tan solo.
Se puso en pie y fue entonces cuando vió, tras el visillo de la ventana, una luz tenue.  Será el sol de medianoche, meditó, o quizá la luna llena que, sin estar resplandeciente, estuviera rodeada de estrellas.
Él, como el protagonista de aquel libro,  cerró sus tapas para, a través de la ventana, contemplar la luna redonda; su única compañera aquella noche.

1 comentario:

  1. Me encantas como abordas el tema de la soledad, esta vez jugando en una especie de caja china; literatura dentro de la literatura.

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