jueves, 29 de enero de 2015

POSTIZOS Esther Morales





David era un buen tipo: jovial, amable y risueño. Tenía buena planta; alto delgado y guapo, gracias heredadas de sus padres, ya fallecidos. Vivía sólo en una casa muy grande, a pesar de lo cual,  siempre se mostraba alegre y  feliz.
Él se había pasado buena parte de su vida ahorrando peseta a peseta primero, después, duro a duro.  Lo hacía para un día poder  ponerse la dentadura postiza que perdió en el lamentable accidente donde sus padres fallecieron, motivo por el que había quedado solo en el mundo.

Después de conseguir su objetivo no es de extrañar que estuviera tan feliz.  A partir de ese momento, se lo pasaba en la calle con un  espejito en la mano, en el que se miraba y se miraba  haciendo muecas con la boca. De ese modo mostraba sus dientes nuevos a todo el que quisiera contemplarlos.


1 comentario:

  1. Postizos o no, ¡vivan sus dientes!, le regalaron autoestima y felicidad. Hasta mágicos me parecen.

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