jueves, 29 de enero de 2015

JUZGANDO A UN DESCONOCIDO Maruca Zamora.





            Me encuentro sentada en la sala de un aeropuerto cuando mi vista me llevó hasta un hombre que tenía enfrente.
            Era bajito, gordo, barrigón, nada agraciado físicamente; la verdad es que no tenía nada que agradecerle a Dios en ese sentido.  ¡El pobre!, me dije.  Observé cómo hablaba con la señora que venía con él.  Ella era un poco más joven  y parecía agradable. Concluí que era la esposa y al rato, comprendí que sí. No pude evitar preguntarme qué le había atraído de él porque, al observarlo, no tenía nada positivo a la vista. ¿Sería rico?, tampoco lo parecía.
 En el vuelo se sentaron junto a mí, así que yo los pude seguir observando.  Hablaban y hablaban, ¡y se reían!, y mientras lo hacían,  vi que al hombre le faltaban la mitad de los dientes. Era torpe para desenvolverse y expresarse,  ¿de qué monte habrá salido?, me pregunté.  Lo que sí  que me pareció, a medida que los escuchaba,  es que era buena persona;  bonachón.  Así que reflexioné que quizás era eso lo que ella vio en él:  su bondad. Pensando sobre ello, nuestro avión llegó a su destino.




1 comentario:

  1. El título resume muy bien el contenido de tu relato. Muchas veces, demasiadas, juzgamos por las apariencias, otorgándoles un poder que en ocasiones no tienen. En este caso fui yo la culpable, al poner como tarea de la semana, la caza de un personaje. Buen trabajo

    ResponderEliminar

Nos gusta saber tu opinión, sea cual sea. Déjanos un comentario. Gracias