miércoles, 21 de enero de 2015

31 DE DICIEMBRE 11:00 HORAS: “CLO, CLO, CLO…” Águeda Hernández




            Me encontraba en la calle. Al regresar a casa, vi expuesto en la puerta de un local una caja con hermosas naranjas que invitaban: ¡comedme!. Al entrar, recordé las tienditas de antaño, con comestibles y fruta de todo un poco, con una amable señora tras el mostrador.
            Estaba pesando mis naranjas, cuando entró una mujer y por su saludo intuí era de amistad. Sigo con mi compra, pedí ½ docena de huevos; al verlos exclamé:
            -¡Qué pequeñitos!
 La vendedora sonrió, la señora que había entrado, dirigiéndose a mí, dijo:
            - ¿No sabe que los huevos pequeños tienen más clara?
            -Yo creo- le contesté, que  según el tamaño tendrá más cavidad. Piense en un huevo de “perdiz”.
 Risas. Luego con entusiasmo, comentó la vendedora.
            -Por cierto, hablando de huevos, esta noche “fin de año” será, papas y huevos fritos.
            ¡Incrédula de mí!:
            - ¿Vive sola? -Pregunté con suavidad.
            –No,  no; con mi marido y será nuestra cena.
            Les cuento que salí de allí “embriagada”. ¡Sí! De huevos con más  o menos claras, cena de huevos fritos, noche tan señalada no la veo romántica, en fin terminé confundida.
            Llegué a casa, dos de la tarde, entro a mi cocina, comienzo, alborotada, a pelar y freír papas con aceite de oliva virgen, luego el huevo cuando lo veo en la sartén… una gotita de yema, corrí por otro y paré porque tres es mucho para mí, les confieso, me encanta mojar el pan en la yema del huevo.




1 comentario:

  1. Va de huevos esta historia ingeniosa y desternillante, ese estilo aguediano que tan buenos momentos nos hace pasar. No dejes de regalarnos tu chispa amiga Águeda, no dejes de contagiarnos con tu ingenio. Un abrazo

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