lunes, 11 de noviembre de 2013

MITO DE GARA Y JONAY De Ana Rosa Benítez





En la Gomera existía un lugar de donde emanaba agua mágica y cuyo origen nadie conocía. Eran siete chorros que, aparte de regalar virtudes, revelaban también, cuando te mirabas en sus aguas, si ibas o no a encontrar pareja. Si el agua era clara, el amor llegaría, pero si se enturbiaba, no había nada que esperar.
Se aproximaban las fiestas y un grupo de jóvenes gomeras acudió a ese lugar, llamado Los Chorros de Epina para mirarse  en él. Entre ellas se encontraba Gara, princesa de Agulo. Se asomó y al principio le devolvió la imagen tranquila y perfecta, pero luego surgieron sombras y comenzó a agitarse. Gerián, el sabio del lugar, le hizo una advertencia: “Lo que ha de suceder ocurrirá. Huye del fuego, Gara, o el fuego habrá de consumirte”. Gara calló, pero el triste presagio corrió de boca en boca.
En las vísperas de las fiestas, llegaron de Tenerife los Menceyes y otros nobles. El mencey de Adeje venía con su hijo Jonay, joven fuerte y apuesto. Gara no podía dejar de observarlo, y en cuanto sus miradas se encontraron, el amor los atrapó sin remedio. Poco después, aún en fiestas, su compromiso fue público. Pero he aquí que en cuanto se empezó a propagar la feliz noticia, El Teide, antes conocido como Echeyde (infierno), empezó a escupir lava y fuego, con tanta fuerza que desde La Gomera el espectáculo era aterrador. Recordaron el presagio dado a la inocente Gara: Gara princesa de Agulo, el lugar del agua; Jonay, puro fuego, procedente de la Isla del Infierno…Aquel amor era entonces, imposible. Grandes males se avecinaban si no se separaban.
Entonces sus padres ordenaron tajantemente que no volvieran a verse. Ya apaciguado el volcán y concluidas las fiestas, regresaron a Tenerife todos los visitantes pero uno se fue con el alma vacía y el pecho quebrado. Cuentan que Jonay se lanzó al mar en medio de la noche, para nadar hasta su amada. Dos vejigas de animal infladas atadas en la cintura le ayudaban a flotar cuando las fuerzas se le agotaban. Larga fue la travesía y ya con las primeras luces del alba llegó a su destino. Furtivamente fue en busca de su amada, y al encontrarse, se abrazaron apasionadamente. Escaparon a los bosques gomeros y bajo un cedro se entregaron a la pasión y al amor. El padre de Gara, enterado de la huida de su hija, salió furioso en su busca. Los encontraron amándose, y cuando los jóvenes se percataron de su presencia, buscaron la única salida posible...Una implacable vara de cedro afilada, colocada entre ellos, uniendo sus corazones fue su aliado mortal. Mirándose a los ojos, se apretaron el uno contra el otro, traspasándose y dejándolos unidos para siempre.
Gara, la princesa del agua y Jonay, príncipe del fuego, dan nombre  hoy a la cumbre más alta de La Gomera y al  Parque Nacional de Garajonay.




1 comentario:

  1. No sabes qué alegría supuso para mí leer este relato, Ana. Por su contenido, porque me encanta esta leyenda; pero sobre todo porque detrás de ella estaba tu regreso a clases. Me encanta saber que, a mi vuelta, estarás por allí. Un abrazo.

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