jueves, 21 de noviembre de 2013

EL MORICHAL de Esther Morales

Cuadro de Segundo Aponte


Esta historia sucedió en lo más profundo de la sabana, llano adentro, en un morichal cerca del gran río que surca su rivera con gran serenidad y quietud.  Bueno, una quietud relativa, pues a veces es rota por los seres vivos que habitan esas soledades.  Eso suele pasar con nuestros amigos, el loro y la guacamaya, que viven entre chaguaramos y palmeras.
Un día, cansada de tanta soledad, la guacamaya fue a visitar al loro.
-Loro, Lorito, ¿te quieres casar conmigo?
-No, Guacamaya, no quiero.  Estoy bien así.
La guacamaya, decepcionada, marchó a su palmera, llorando desconsoladamente.  El loro se arrepintió de haber sido tan brusco nada más irse su amiga y salió en su busca.
-Guacamaya, Guacamaya, estaba de broma, yo sí quiero casarme contigo.
-No Lorito, ahora soy yo la que no quiere casarse y además, no somos de la misma especie.
El lorito se que fue triste, pensando que se lo tenía merecido.
Pero…, la guacamaya reflexionó y corrió tras él.
-Lorito, Lorito, yo sí quiero casarme contigo
-No Guacamaya, yo quiero estar soltero.
Y así se pasan la vida la guacamaya y el lorito de aquel morichal, volando de palmera a palmera, de chaguaramo a chaguaramo, de moriche en moriche, sin que ninguno de los dos se decida a vencer su orgullo, y dar el primer paso para el sí.



1 comentario:

  1. Bonito cuento. Me encanta como has descrito la atmósfera y el paisaje donde se desarrollan los acontecimientos. Respecto al contenido, no puedo evitar pensar en cuántos loros y guacamayas hay sueltos por la vida.

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