jueves, 28 de noviembre de 2013

DETENER EL TIEMPO de Maruca Zamora



-Si hubiera sabido detener el tiempo –pensó Ana, al recordar épocas pasadas en las que la vida era de color de rosa.
Pero todo cambia, para bien o para mal.  Sentada en la terraza de su casa evocaba los viajes que había hecho.  Entre ellos, uno a la boda de su sobrino.  Fue en un pueblecito del llano venezolano.  Aquellos bellos paisajes le habían impresionado.  Esa fue la primera vez que había visto los toros colados y todo era alegría.  Su familia había venido de España y todos participaron en los preparativos.
Luego, Ana recordó el nacimiento de sus hijos, o las amistades que había ido añadiendo a través de los años y otras que se perdieron por el camino.
Ojalá hubiera podido detener el tiempo en aquella época tan bonita de su vida, insistía en ese pensamiento aunque ella sabía que cada año de nuestras vidas es un mundo que pasa y no se puede detener porque es ella, la vida, quien manda.
Con todos aquellos recuerdos amontonados y sentada en su terraza, junto a su marido, Ana contempló en el horizonte aquella puesta de sol con tan bellos colores: amarillos, naranjas, grises en todas sus gamas, entre nubes blancas y el azul del mar.  Era un espectáculo maravilloso de la naturaleza digno de contemplar.
-Dicen que no se puede detener el tiempo. Claro. No en el bolsillo, ni en la cartera, pero sí en nuestra memoria –le dijo a su marido.
Se agarraron de la mano.

-Tienes razón –le contestó abrazándola – Los recuerdos pasados y este maravilloso espectáculo que Dios nos ha regalado es para recordarlo siempre, aunque el tiempo pase.


1 comentario:

  1. Buen trabajo Maruca. Has ido creciendo como narradora, poco a poco, sin detener el tiempo, poniendo en cada escrito un cariño de orfebre

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