jueves, 7 de febrero de 2013

EN LA GUAGUA de Carmiña Gohe



Yo estaba en la guagua, cuando entró una mujer que, supongo, venía del mercado, por la compra que llevaba en la cesta; verduras, frutas, huevos…  Luego, siguieron subiendo distintas personas, algunas de otros países.  A mi lado, se sentó un italiano que me preguntó cómo podía ir a Puerto de la Cruz, que pensaba hospedarse allí para, en varios días, recorrer la isla de Tenerife.  Desde otros asientos, oía a jóvenes con el móvil a tope, sin que les importara molestar hablando tan alto, o que al resto de pasajeros no les interesara escuchar sus conversaciones.  Escuchando esas voces y en varios idiomas parecía que estábamos en una competición en la cual, los que íbamos calladitos, éramos los perdedores.Seguían bajando y subiendo otras personas en las diferentes paradas del recorrido.  Delante de mí se sentaron dos muchachas y, como llevaban carpetas y libros, supuse que eran estudiantes.  Así era.  Les oí comentar que el profe de matemáticas estaba guay y que iban a echarle los tejos, por ver si caía en la trampa. 
Lo más gracioso fue que, en la siguiente parada se sube otra joven que se sienta delante de ellas y, al cabo de un rato, un joven que acababa de subirse a la guagua, se acerca a ella.
-Hola, cariño –le dice - ¿Cómo has pasado la mañana?                     
-Bien, pero cuando lleguemos a casa, todo irá mejor –le contestó con picardía y complicidad.
Como ven, en un trayecto tan corto como Santa Cruz – La Laguna, hay distracción suficiente para pasar un buen rato.  También hay sustos…, con los frenazos del chófer, digo, que vi a  la pobre señora que venía del mercado, muy apurada porque los huevos se le iban a caer, ¡ rodando por el piso de la guagua!



1 comentario:

  1. Definitivamente, tenemos que repetir estas historias de la guagua porque sacan a la luz anécdotas muy divertidas, como esta. Muy bien, Carmiña.

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