jueves, 20 de noviembre de 2014

UN JARDÍN CON VIOLETAS Alicia Carmen



Es un chicle, ya saben lo que quiero decir, perdonen, …era un chicle; hace ya tantos años que mi mente se confunde.
Recuerdo que siempre que podía se sentaba a mi lado: en el cine, en las clases de dibujo, en la iglesia, en las fiestas; no me dejaba en paz y yo no encontraba cómo zafarme.  Los días me estaban resultando interminables.
 Yo intuía que algo realmente notable estaba a punto de pasar y así fue: el chicle se me acercó una tarde y, con una inmensa tristeza reflejada en sus pupilas, me informó de su inminente partida.  Los padres habían decidido regresar al país de donde habían salido hacía tantos años y donde, probablemente, contraería matrimonio con la persona ya escogida.
¡Vaya!, pensé, me he liberado.  Me esperan unas Navidades fabulosas. Disfrutaré a mi antojo de todos los festejos y sin el chicle molestando. Y vinieron los regalos, los aguinaldos, las hallacas, pan de jamón; todo exquisito.
Cierro los ojos y recuerdo que al llegar enero, me sentí inexplicablemente extraña.  Ya no estaba la persona a la que había escuchado las más bellas palabras, la que siempre me apoyó, no estaban los hombros en los que me cobijaba en mis días difíciles.  Ahora, cuando mis lágrimas están a punto de rodar por mis mejillas y me invade una gran melancolía, reconozco que nunca imaginé cómo ese chicle llegaría a pegarse tanto a mi corazón.



2 comentarios:

  1. Este jardín con violetas del ayer, de la memoria, me ha llenado de ternura una vez más. Como ya te dije en el taller, me gusta este relato y tu habilidad para construirlo a partir de ese comienzo impuesto tan insulso en apariencia. Que el chicle lo fuera de principio a fin y que decidieras no ponerle nombre ni rostro, es todo un acierto. Bravo.

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  2. Es un relato que apasiona, lo leí con avidés esperando el desenlace que me encantó.

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