jueves, 13 de noviembre de 2014

LA PRESENCIA Lali Marcelino.


En una ocasión me vi obligada a elegir para decidir quién de las dos personas que tenía delante, ocuparía el puesto vacante de profesor de química. Me costó hacerlo, porque uno de ellos era una mujer joven, muy pequeñita, con unas minúsculas gafas y unas pintas algo descuidadas -¡como para infundir respeto ante los alumnos!-, pero con un buen curriculum, mientras que el otro se trataba de un hombre bien trajeado, también joven, con una buena labia, al contrario de su contrincante, más bien parca en palabras, preparado igualmente.
Decidí quedarme con los dos y repartirles los alumnos. En tres meses tenían que demostrar sus dotes para el puesto.
La impronta de los alumnos fue totalmente distinta. Con la una mostraron risas y menosprecio y con el otro total respeto.

Al cabo de los tres meses y como pensé desde el primer momento, me quedé con la joven de aspecto desaliñado. Toda una eminencia.


1 comentario:

  1. Está simpático. El lector espera la fidelidad al estereotipo para sorprenderse, al final, con una decisión totalmente desprejuiciada

    ResponderEliminar

Nos gusta saber tu opinión, sea cual sea. Déjanos un comentario. Gracias