miércoles, 19 de noviembre de 2014

LA DECISIÓN DE CLAUDIA Roberto.Es



Terminábamos de cenar cuando la puerta nos llamó con inquietante insistencia.  Tras ella, apareció Claudia algo nerviosa, pálida.  Mi amiga explotó en llanto desconsolado; no podía soportar aquella angustia que le atenazaba el alma, no podía luchar contra sus sentimientos, contra su ser, contra su destino.  Estaba harta de fingir y quería, y debía, tomar una decisión que cambiaría el rumbo de su atormentada vida mutilada por la hipocresía de su banal existencia; educada para ser la esposa perfecta de un marido al que no amaba.
Necesitaba ser dueña de sí misma, enfrentarse a sus miedos: quería vivir, y soñar, y amar…  Su corazón latía con más fuerza que nunca después de un letargo vital que había anestesiado sus sentidos.  De repente, lo comprendió todo:  estaba en su esencia misma, aunque se lo había negado una y mil veces.  Una montaña rusa de emociones encontradas, sentimientos hasta ahora desconocidos pugnaban por rebelarse desde su interior.  Por fin era libre y estaba enamorada…Era simpática, femenina, de una belleza natural, sin estridencias y, al igual que ella, necesitaba también amar; huérfanas de caricias enamoradas, juntas emprenderían un camino sin retorno hacia la felicidad.





1 comentario:

  1. Nada como ser fiel a sí mismo, libre de ataduras atávicas. Amar es lo único que importa, finalmente.

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