martes, 1 de octubre de 2013

RESORTES de Esther Morales





Fue el primer trabajo a jornada completa que tuve, con apenas quince años.  Tenía de compañera a una chica llamada Carmita, con apenas un año más que yo.  La dueña de la peluquería era una chica gallega que no tendría mucho más allá de veinte.
Un día, aparece en el negocio una señora trinitaria junto a una joven que al parecer era su sobrina.  Nos indicó que le laváramos la cabeza y le pusiéramos los rulos.  La señora hablaba español, aunque no muy bien, y su sobrina  no abrió la boca.
Mientras le lavaba la cabeza, Carmita no paraba de reír pues decía que el agua no le entraba en el pelo por mucho que la mojara.
-¡Ji ji, j aja! ¡no le entra el peine! –decía mientras levantaba un mechón y trataba de estirarlo.
-Parecen resortes –siguió diciendo entre risas.
La chica, cansada de tanto juego y tanta risa a su costa, de pronto, se levantó y dijo:

-¡Yo sí hablo español!



2 comentarios:

  1. ¡Qué buena anécdota! Divertido relato, Esther

    ResponderEliminar
  2. Que simpático. Me ha gustado mucho tu relato, como siempre con tu toque de simpatía y buen humor. Te felicito.

    ResponderEliminar

Nos gusta saber tu opinión, sea cual sea. Déjanos un comentario. Gracias