martes, 29 de octubre de 2013

CONFESIONES de Esther Morales



Tengo que confesar que, si a algo le tengo miedo, es a las confesiones que me hacen que, dado mi trabajo de peluquera, todos los días oigo confidencias de distinto calado: secretos de hijos e hijas, maridos y hermanos, secretos de enfermedades y deudas.  En la peluquería se comenta todo lo habido y por haber, bueno y malo, con picardía y mala intención o con absoluta seriedad, a veces con acaloramiento, según el tema que se esté tratando en ese momento.
Yo procuro ser neutral y discreta, pero no dejo de reconocer que, al fin y al cabo, soy mujer y me gusta darle a la lengua, como a la mejor.  Lucho por ser una profesional como los médicos o psicólogos, con quienes se nos compara algunas veces.

Comprendan mi miedo, cuando me disparato y empiezo a hablar, podría irme de la lengua, cuando no debo.



1 comentario:

  1. Las confesiones y sus peligros, así son. Simpático discurso al que sólo pondré un pero: el irse de la lengua no me parece a mí exclusivo de las mujeres, también los hombres pueden ser peligrosos, me temo.

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