jueves, 18 de febrero de 2016

LA MÁSCARA Lali Marcelino





-¿Realmente crees que llevo máscara?
-Totalmente. Claro que lo creo.  Es más, llevas una máscara cada día.  Es muy difícil no llevarla, a mí me cuesta mucho salir sin ella.

Esta conversación se desarrollaba en el descansillo de sus viviendas.  Eran amigos de la infancia y además coincidieron en aquel edificio.  Comenzaron charlando, después de salir del ascensor y con las bolsas de la compra en sus manos, sobre la forma de vivir de cada cual.

-Hay muchos vecinos en este edificio que se meten en la vida de los demás, pero como de todo tiene que haber, ese es el motivo por el que todos y creo no equivocarme, todos llevamos una máscara cada día –decía Daniel, el más joven.

-Gracias a mis variadas máscaras, empatizo con todas y cada una de las personas con las que me cruzo a diario, es una forma de entender a los demás –aclaró José.

-Disculpa, eso se llama hipocresía.

Al cabo de unas semanas, Daniel se preguntaba dónde estaría José y le preguntó a uno de sus vecinos.

-¿No te has enterado?  Se fue al pueblo, a su lugar de nacimiento…, a morir.  Hace un par de años que sufría una enfermedad incurable.



1 comentario:

  1. Un relato con un final para reflexionar. De tono acertadamente trivial en un inicio, nos conduce hacia un desenlace de tal intensidad que te obliga, quieras o no, a quitarte la máscara y detenerte a pensar…

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