jueves, 25 de febrero de 2016

EL PACTO. Juan Pedro.


         Al contrario de lo que está ocurriendo hoy en día en este país, en la situación política que nos está tocando vivir, en la que distintas fuerzas no deciden actuar debido a querer sopesar en exceso los pro y los contras de posibles pactos que pudieran mermar sus expectativas de lograr altas cotas de poder, para mí el acuerdo que he establecido implica poco o casi nada, a nivel ganancial o personal, ya que en él no hay un “otro” con el que haya tenido que llegar a un pacto en el que secretamente se tiene la intención de ser uno mismo el que salga ganando.

         Ocurrió del modo más poco convencional. Mi promesa se la hice a alguien de naturaleza implacable y que sé que está siempre ahí, vigilante, al acecho. No puedo establecer ni cuantificar en años, en siglos, en ninguna medida de tiempo cuando se selló el mismo, quizás desde siempre, pero a pesar de lo intangible de la relación con alguien tan cercano y lejano a la vez, aunque a veces pienso que me he zafado de él, cuando menos lo espero, vuelve a aparecer de distintas formas y en diversas circunstancias, quizás para recordarme que las cosas no son tan fáciles como yo quisiera que fuesen. No obstante, debo reconocer que ha habido momentos en  los que sólo el hecho de sentir su presencia me ha inspirado y fortalecido, y a veces, en esas situaciones en que nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena, he reflexionado sobre el curioso amor e interés que me transmite ese ser tan peculiar.


1 comentario:

  1. Un pacto secretísimo con nosotros mismos, el que se esconde de los demás, el que nos habita más allá de la máscara de cada día.

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