jueves, 24 de mayo de 2012

MIGUEL PESCA ILUSIONES de Maruca Zamora





Sentado en la terraza de su casa, Miguel contemplaba el mar donde solía ir con sus amigos a pescar.  Estaba indeciso pero, aunque el mar estaba picado, la fuerza de la costumbre le hizo decidirse; cogió la caña y salió rumbo al mar.
Se sentó en una roca que le era conocida y caña en mano, se dispuso a esperar que un pez picara.  Así permaneció mirando fijamente al mar, como hipnotizado.  Meditaba que si pudiera se iría a otro pueblo, se compraría un coche para llevar a Rosita, su esposa, a pasear por la ciudad, le compraría ropa bonita, la llevaría al cine, a fiestas, bailaría, se reirían.  Pensaba lo bonito que sería irse lejos, viajar a otros países en un trasatlántico o en avión, conocer otras costumbres, otras formas de vida. Miguel se llenaba de ilusión de sólo pensarlo y de pronto, se encontró en una calle muy larga, llena de luces, jardines de flores multicolores, escaparates de tiendas de ropa, zapatos, comida, gente que caminaba por todos lados.  Iba con Rosita de la mano y le asombraba todo lo que veía, sentía estar en otro mundo.  Vio a lo lejos una iglesia que siempre había soñado ver de cerca y una plaza muy grande llena de miles de personas que estaban oyendo misa.  Miguel se detuvo y pensó en la ilusión tan grande que sentía escuchando hablar al Santo Padre.  Por fin, había ido a Roma y en plena emoción, el sueño se esfumó. 
Un pez había picado y al moverse, la caña lo sacó de su ensoñación.  Miguel seguía cerca de su pueblo, sentado sobre una roca, a la orilla del mar, con su caña en la mano, pescando ilusiones.

1 comentario:

  1. Y los sueños, sueños son o la vida es sueño. Soñar no cuesta nada y pescar ilusiones nos alimenta. Muy bonito, Maruca.

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