jueves, 15 de septiembre de 2016

PRESENTIMIENTO Roberto Escarvajal




            No sé, pero he amanecido con el presentimiento de que algo muy grave va a sucederle a este pueblo… Lo noto en el aire, en el silencio denso que me oscurece el alma. Me he despertado sobresaltada por recuerdos que creí enterrados hace tiempo -sí, hoy lo he vuelto a ver-… los años y el whisky han hecho mella en su rostro, pero sus ojos todavía conservan el brillo del hombre que me enamoró. Ahora siempre bebe…, en el castigo está la penitencia.
            Aquí seguimos, pagando nuestro pecado de juventud… Él lo ahoga en alcohol y yo, en rabia y rencor. Nunca le perdonaré; renunció a mí y a nuestro hijo; a cambio, sufragaron sus estudios de medicina en la Universidad. Sí, nos amamos como solo se ama una vez en la vida, pero mi padre, un marqués venido a menos, no estaba dispuesto a entregarme a un mindundi, como él lo llamaba. Me llevaron a un convento  mientras duró mi embarazo, y me quitaron a mi niño con su primer resuello de vida… De vuelta a casa, mi progenitor culminó su ambicioso plan. Me vendió, sí, me vendió al mejor postor. El elegido fue Marcial, mi marido, el Alcalde, dueño y señor de este maldito pueblo… Educada para ser una perfecta dama, doy gracias por saber leer y escribir, porque cada día descargo mi atormentado espíritu en este blanco papel. Tengo la extraña certidumbre de que hoy será la última carta que escriba; tal vez sea este mi testamento vital.
            Me he vuelto agria, y muchos dicen que altiva…Lo sé; pero qué quieren, cuando a una le cortan las alas en sus primeros vuelos estando en la inocencia de la vida…, cuando te arrancan de tu lado a tu hijo recién parido, entonces, te arrancan las entrañas… si te entregan a un hombre tosco, sin escrúpulos; si por las noches ese hombre, borracho, te despoja de tus lujosos vestidos de gran señora y te trata como a una vulgar ramera; entonces, cómo quieren que sea;  si ese animal me monta a horcajadas como lo hacen con su yegua, con la diferencia de que, a ella, la quiere y la respeta: ¿Qué es lo que quieren, me pregunto, que todavía esté agradecida por esta vida que me tocó en suerte? Muchos lo piensan…¡Qué insensatos! ¡No eres menos prisionera porque tu jaula sea de oro!.
            Sí, soy falsa; cómo no serlo, si cada día tengo que levantarme y ver su cara, y fingir que soy la mujer que todos esperan que sea. Es mi obligación, dicen… Soy la señora Alcaldesa y tengo que representar el papel que me ha tocado. Pero debajo de esta farsa habita una mujer herida de muerte, tiesa de seca. No es altivez, sino odio…; odio a este pueblo hipócrita comprado para acallar conciencias y fingir que no saben nada.  Don Hipótilo, el cura, un ser despreciable, es el único que conoce el paradero de mi hijo. A cambio de su silencio, mi esposo mira hacia otro lado en esa relación sospechosamente fraternal que mantiene con ese pobre chico, su monaguillo, una víctima más d este sádico complot. Luego está la tendera, una insatisfecha que se casó para cubrir las apariencias de un marido con gustos… digamos “distintos”… A cambio, este pacto la liberó de la miseria en la que vivía. Casquivana y alcahueta, nadie está a salvo de su viperina lengua…
            Sí, los odio a todos y me odio a mí misma por no tener el valor de acabar con esta lenta tortura que me mortifica. Presiento que hoy por fin todo acabará…no sé…hay un olor a azufre en el aire y esta madrugada volvió a temblar la tierra…¡Ojalá este volcán bajo el que vivimos explote y acabe  con la insidia y la maldad de este pueblo, arrasándolo con su incandescente magma! Yo hace tiempo que estoy muerta, y solo pido a la justicia divina, ya que no creo en la del hombre, que cada uno de ellos pague por sus pecados. Los maldigo en nombre del hijo que nunca veré…; los maldigo para toda la eternidad…y espero, ahora de verdad, que al fin pueda descansar en paz…



1 comentario:

  1. Magnífico este Presentimiento colectivo que, desde el punto de vista narrativo de la esposa del Alcalde del pueblo, desde el que has contado de forma descarnada, sin paliativos, me ha gustado mucho; cala hondo…

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