jueves, 15 de septiembre de 2016

PRESENTIMIENTO Juan Roberto Núñez.





            No sé, pero he amanecido con el presentimiento de que algo muy grave va a sucederle a este pueblo… Porque si se repite lo de Sodoma y Gomorra…estamos hechos… Perdóname señor, pero sabes que no fue mi intención…
            Querido nuevo diario debe resumirte de alguna forma en el estado que me encuentro, confuso, desorientado y con una fe errante.
            Hace unos días fue la fiesta del pueblo y hubo una reunión por lo más alto, más tarde la siguieron en la capilla y debo desahogarme que me pasó de todo, la bebida hizo su  jugada y el diablo metió la cola  tirando por el suelo lo que pensaba  de alguna gente y asegurándome lo que sospechaba de otras.
            Fui a uno de los confesionarios a buscar la llave de mi habitación, que había dejado en la limpieza de la mañana y cuando entro, siento en el de al lado…¡Que el señor te perdone! ¡Y a mí me de gloria!... Sí, dame, dame… ¡Esa voz! ¡No puede ser!... Y sí, era el padre y la mujer del alcalde, sabía que algo había, porque el padre tiene un baúl con libros y debajo de estos, había algunas bragas, sé que pequé, pero solo por curiosidad, además estaban las fotos de la almacenera con sus nuevos senos al aire… ¡Por favor no paraba de persignarme!,  por otro lado había algunas cartas… uno de los sobres dice… Lava mis pecados obscenos y en el otro están dos cheques, uno del alcalde  y el otro del doctor … ¿Y eso para qué?, para callar cualquier rumor de sus consumos de drogas y alcohol que mantienen en secreto, aparte de cierta atracción pecadora que no voy a detallar como decía en la carta, para colmo la abuela que vive en la esquina me pidió que le cortara el césped del fondo de la casa, esa tarde hacía mucho calor y dijo que me quitara la camisa, le dije que no. Al rato  me llama para darme algo fresco para beber y al entrar en la casa estaba la vieja desnuda abanicándose, sin más, solo le corte la mitad del césped y salí rajando.
            Desde que vino el nuevo padre más joven creo que muchas cosas han cambiado, o siempre fueron así y no quise verlo, pero yo  creo que es el pueblo entero, hoy en la mañana iba al correo a llevar una caja con las cuentas y otras cosas para el padre superior, en el camino me cruza el guardia en su coche y ofrece llevarme, a lo cual acepté amablemente porque estaba corto de tiempo, en un momento  dado va por otra vía  para que no pudiera alcanzarme, pero cometí dos abominables errores, dejé la caja.
            Al regresar no sabía cómo decirle al padre, pero este al verme, me dice… Buena idea de darle la caja al guardia para que la lleve, quedé casi mudo, claro se ve que lo llamó, y era una forma de que yo no contara nada.
            La verdad no sé qué hacer con mi vida, ya no sé cómo rezar, si de pie, de rodillas, acostado, al norte o al sur… Y como pagan justos por pecadores yo también estaré a la hora del juicio, que no falta mucho, seguramente será sin aviso y de sorpresa, pero ya no puedo hacer nada  porque la caja fue enviada, el segundo abominable error fue que sin darme cuenta, puse mi viejo y querido diario, en el cual van cosas  con más detalles…lo peor, ahora me da lo mismo reconocerlo, es que me quedé con la foto de la almacenera, y bueno… Si me dejan en este pueblo… Debo irme poniendo a tono.




1 comentario:

  1. ¡Qué divertido! He disfrutado mucho con la lectura de tu versión del Presentimiento colectivo. Contado desde la perspectiva de este pobre monaguillo y sus avatares en un pueblo de tales características, has logrado, con acierto absoluto, un relato ingenioso, lleno de chispa y humor.

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