jueves, 15 de septiembre de 2016

LA FORASTERA. Juani Hernández.





            Había llegado al pueblo en un flamante  Mercedes deportivo último modelo. Fular al cuello, gafas de sol y pamela de ala ancha… elegante, con estilo, tras esas gafas de sol se ocultaban unos bellísimos ojos de un azul difícil de definir y mucho más de no tener en cuenta su procedencia… sus genes!!
            Mirada dulce, limpia que recordaba a la otra… a la que fue arrebatada en nombre de un dudoso honor, de una dudosa moralidad hipócrita de una sociedad pueblerina y mediocre de bajos instintos y perversos, nadie podía olvidar… y eso condiciona toda la vida del pueblo y de todos sus habitantes para el resto de sus vidas…
            Fue el más cruel atropello de los derechos y sentimientos humanos… disfrazados de intereses inconfesables, de avaricia, del fanatismo de cielos y de infiernos…, en fin ella seguiría adelante hasta que cada uno de ellos fuera condenado por su crimen…
            Se registró en la única pensión del pueblo, cutre y destartalada, regentada por aquella mujer siniestra y sin escrúpulos (partera sin título en todos los partos ilegales) y dueña también de la única tienda de ultramarinos; que como ratón de iglesia controlaba todos los dimes y diretes de la sacristía y los confesionarios, hervidero de todas las maquiavélicas ideas y conjuros…, sospechas de adulterio, confirmación de inclinaciones desviadas y perversas…
            Sin lugar a duda, ese sería su cuartel general ¿Qué mejor lugar? Le abriría todas las puertas certificando todo lo que sospechaba y que era su desasosiego desde que, por esas cosas del destino, cayó en sus manos aquel terrible documento, necesitaba constatar la veracidad de su procedencia…
            Al atardecer, decidió dar un paseo y pronto se encontró frente a un bar donde se reunían a diario el alcalde demagogo y oportunista, siempre a la caza de lograr unas migajas de popularidad que le hicieran olvidar sus fracasos, sus miserias personales. Casado con Ella…, antaño mujer y niña convertida hoy en pura hiel y mortífero veneno… El cura pervertido y acosador de chicos inexpertos. El médico alcohólico, traidor  al sagrado juramento de sanación. La tendera ¡¡nunca mejor dicho!! Mercadera de desamparados niños recién nacidos y no deseados…, clases adineradas infértiles comprando y firmando documentos, en complicidad, una vida humana e indefensa.
            Ella…la niña mujer…ella su madre natural…
            Entró en el bar decidida a denunciar todas y cada una de las crueles ilegalidades, la maldad y ponzoña de la que habían sido capaces, y hacerles pagar por ello, mas, ante el terrible espectáculo, la decadente miseria física e intelectual, la falta de alma en la que estaban inmersos aquellos despojos humanos, renunció a no rebajar sus principios, su altura de miras y comprobando  que ellos mismos habían sido sus mejores jueces y sus más duros verdugos…
            Retornaría a su casa con su familia aquella que la había criado, los que le habían enseñado los valores humanos la libertad que da el perdón y el disfrute sin precio de una conciencia tranquila y saludable…



1 comentario:

  1. La forastera que llega al pueblo de nuestro Presentimiento colectivo, en busca de venganza, hace un repaso brutal y brillante a los personajes de esta villa singular llena de secretos. Una vez los retrata, da un paso atrás en su sed de represalia; decisión tan acertada e inteligente como tu relato. Buen trabajo.

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