martes, 13 de septiembre de 2016

LA ASTUCIA DEL PEZ DE CARLA Lali Marcelino.


 
Lienzo de Garay
Una tarde fría del mes de agosto, Carla entró en mi vida.  Nunca olvidaré su carita de niña buena, aunque no me engañó, a ella le hice creer que sí.
Desde mi nacimiento, siempre viví en aquel maravilloso barrio lleno de algas, caballitos, estrellas. Mi familia, los Mero, pertenecía a la élite de aquellos fondos marinos. Vivíamos en la parte alta de la ciudad, en un caserón rodeado de corales de todos los colores. Nuestro jardín es, de los de la zona, el más visitado por humanos y por todas las demás familias: los Abadejo, los Salmonete, los Cherne…..Todos nos respetan y admiran por lo bien que sabemos ignorar a los humanos. Conocemos todos los rincones y escondrijos de nuestra ciudad, por cuya razón mi familia se conserva intacta.
¿Qué por qué lo de la élite? Muy sencillo, así se lo expliqué a Carla y ella lo entendió:
Nuestro cuerpo es de los más perseguidos, por desgracia para nosotros. Es una pena que algún día dejemos de existir. Sé que somos necesarios para la supervivencia de los humanos y también de la de nuestra propia raza, pero de alguna manera, tenía que hacerle entender a Carla que me dejara en mi hábitat, y que se fuera tranquila, que cada vez que quisiera verme, sólo tenía que darme un silbidito por las rocas, donde nos vimos la última vez y saldría con mis mejores galas a recibirla.
Y así fue. Un buen día escuché su silbido. Salí a la superficie y me sorprendió que no viniera sola. Su barco estaba lleno de gente curiosa y deseosa de vernos, a mí y a mi familia.  Me sugirió, me pidió que por qué no traía a toda mi familia.

Enseguida intuí para qué nos querían a todos allí.  Le comenté a Carla que iba a buscarlos. No volví a ver más su carita de niña buena, porque efectivamente no me engañó. Querían nuestra sabrosa carne, algo que no le recrimino, porque realmente: “De la mar el mero y de la tierra el carnero”.


1 comentario:

  1. El ciclo de la vida es quien ordena, también lo hizo con Carla, pese a su carita de niña buena. Tan real como fuera del cuento.

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