miércoles, 21 de marzo de 2012

HISTORIAS DEL TREN de Génesis Dávila Padrón



                    Como cada sábado, a eso de las 7 de la tarde, cogí  el tren desde París hasta casa. El trayecto dura unos 25 minutos, y la verdad es que ni te enteras. Después de recorrer medio tren hasta encontrar un asiento libre, pensé en todas las personas que, al igual que yo, volvían  a sus hogares, ansiosos por ver a sus hijos, maridos o mujeres. Mientras ando por  los pasillos, hilera tras hilera en busca de un sitio, observo detenidamente a cada una de las personas que dejo a mi paso y que por supuesto ya están cómodamente sentadas  en sus mesas, mientras se toman un café cream o un chocolate caliente. La mayoría duerme durante el trayecto, supongo que están cansados del trabajo. Otros hacen pasatiempos, escuchan música, juegan con el móvil, el ordenador  y muchos de ellos continúan trabajando, esos son precisamente   los que   llaman mi atención. Cuando por fin encuentro asiento, me coloco plácidamente, me quito los abrigos, los guantes y me dispongo a observar el paisaje que iré dejando atrás según avancé el tren.  Me siento en un juego de 4 sillones con una mesa al centro. Justo enfrente de mi hay dos personas y al lado otra. Uno de los que está delante, un hombre no muy mayor quizás tendrá unos 38 años, bien vestido elegante rubio y con un abrigo azul fuerte hasta los pies, saca de su maletín de cuero marrón un bloc de dibujo. Pienso: -Uhmm que bien- así podré ver lo que hace. Quizás es un estudiante de arte, o un escultor o un dibujante parisino….  Pero cuando abre delicadamente el block, pasa una o dos hojas y veo lo que allí hay, me quedo perpleja. Es imposible dejar de mirar, tengo mucha curiosidad por eso que hace. En la hoja en la que trabaja hay una gran cara de mujer, pintada con sus enormes ojos, nariz  y boca, las mejillas bastante destacadas, el mentón y la frente, no es un dibujo normal, como otro cualquiera.  De cada parte de la cara salen flechas con puntos de colores y números y unas especies de operaciones matemáticas que yo no lo logro entender. Acaso será un futuro da Vinci inventor de quien sabe que  cosa… o simplemente son números sin más que rotan por su cabeza. Sin embargo,  Cuando por fin puedo ver bien el dibujo, entiendo en qué consiste y el por qué de esas flechas y colores. El joven del abrigo azul y pelo rubio es médico y esos extraños trazos  te hacen entender que se dedica a la cirugía estética. Es decir, que a las 7 de la tarde en el tren,  hay un cirujano preparando su próxima operación tal vez para mañana o dentro de unos días, mientras, en otro lado de París, una mujer ansía desesperadamente una nueva cara, un nuevo rostro con el que verse feliz y que por supuesto le  dará el muchacho del tren.  Miro a mi alrededor y continúo observando. Hay una mujer con un bebé que no deja de llorar  y ella, desesperada, le  canta una canción, aunque esta vez, la música no amansa a la fiera. Justo al lado de ella hay un chico de origen asiático; no sé distinguir si chino japonés o coreano, habla por su teléfono móvil en su idioma, claro, y pese a que no entiendo nada de lo que dice, intuyo que habla con su mujer, o novia tal vez.  Su tono de voz es relajado y cariñoso y en su cara está dibujaba una gran sonrisa. Posiblemente  su amor está al otro lado del océano, en tierras vírgenes y verdes llenas de colorido y música, mientras él trabaja o estudia en la soñada ciudad de París.  Me quedo dormida mientras escucho al joven hablar por teléfono; el murmullo de su voz que se va alejando y los suaves movimientos del tren hacen mi sueño más placentero a modo de mecedora. Me despierta la voz de megafonía que anuncia mi parada, y así en un abrir y cerrar de ojos, salgo de mi sueño, en el que la mujer que esperaba un nuevo rostro se encontraba con su médico, su salvador, la mamá jugaba alegremente con su niño, éste ya no lloraba, y el muchacho asiático de voz dulce se envolvía, en un fuerte abrazo, con su amada, bajo la hermosa estampa de la torre Eiffel.
    

4 comentarios:

  1. Desde París, Génesis nos envía esta historia. Mirar la vida para escribirla, adentrarse en el transcurrir de los otros en busca de relatos: oficio de narrador. Bravo, Génesis. Sigue regalándonos retazos de tu viaje por la vida. Nos encanta.

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  2. muchas gracias! espero poder escribir más historias y mandarles retazos de Paris

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  3. Precioso relato de estas cosas que nos suceden cada día sin más. La vida misma. Contarlas desde París las llena de luz y de colores maravillosos. Sigue narrando desde París y desde tu propio tren Génesis.....Precioso¡¡¡¡¡

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  4. Beautyfull. El asiático, Que rizas- Me gusta mucho la manera de observar; sin frivolidad y de una ternura despreocupada.

    Al final, la torre.
    Felicidades.
    El camino acaba de empezar.

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