jueves, 22 de octubre de 2015

VIL. Juani Hernández.




            En mi barrio, en mi trabajo, entre mis vecinos, “mi propia familia”. Si un día…
         Si un día se desvelara mi secreto…, pensaba Vil mientras contemplaba su extraño aspecto en el espejo del cuarto de baño.
         ¡Es cada vez más evidente!. No podré ocultarlo por más tiempo!, afirma con amargura.
         El estruendo de los aviones; las bombas al caer, las ruinas de aquella antaño bella y próspera ciudad. Tras muchos días de huir cruzando montes y ríos, su maltrecha persona estaba a punto de rendirse a lo evidente… ¡No lo lograría!.
         ¡Noo, nooo, piedad!,   gritaba Vil preso de las fiebres y el terror ante aquellos infernales hombres carentes de todo vestigio de compasión y humanidad, ante el horror provocado en aquellos seres, piltrafas de lo que fueron. Todo valía para conseguir sus demenciales logros.
         Despertó bañado en un sudor frío, pegajoso, con los ojos fuera de las órbitas; poco a poco fue recobrando el control de la situación.
         Ahora recordaba cómo se desmayó justo a la entrada del pueblo en aquel valle del campo francés y cómo una bella joven de dulce acento le hablaba… no comprendía nada.
         Había transcurrido 20 años de su aparatoso y desconcertante arribo al pueblo donde hoy era apreciado y respetado. No obstante ¿…?
         Se había casado con Daniela y tenían dos hijos. Él gracias a ella que lo cuidó y ayudó a superar todo el sufrimiento y el horror.
         Un día su esposa entre risas y bromas simulando contrariedad y mirando por encima del hombro de Vil comentó, querido no comprendo mi pelo cada vez está más y más blanco de canas y alrededor de mis ojos surgen nuevas arrugas cada día, evidencian el irremediable paso del tiempo… En cambio tú, lo tienes negro y brillante y se te ha ondulado como a un adolescente. Creo querido que tú has hecho un pacto con el diablo y reía alegremente; “cuánta razón tenía”.
¡Sí cada vez era más evidente!
         Había llegado el momento, ella ni nadie merecía otra solución que no fuera su marcha de aquel lugar…
         Maldijo una y mil veces aquella horrible guerra… su injusto encierro en un campo de concentración y exterminio NAZI.
         Y las terribles consecuencias que en su persona ocasionaron aquellos “científicos”,  en su persona, en su metabolismo con sus terribles experimentos a los que fue sometido. La demoniaca alteración de su genética invirtió su metabolismo.
         Vil estaba condenado a morir a la edad que otros seres humanos nacían…
        
Dedicado a todos los que continúan luchando y muriendo por la locura y la ignorancia

1 comentario:

  1. Vaya! Me sorprendió la historia a la que este VIL impuesto te condujo. Elaborada, trabajada: muy bien.

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