jueves, 13 de febrero de 2014

SUBIR LA CUESTA De Alicia Carmen







Nada más verla, Alicia creyó que no podría subirla… ¡que tristeza!, pensó, tanto caminar mis pies muy adoloridos, casi no pudo respirar, y ese viento implacable y gélido.

Debo serenarme, dijo en voz alta, si he llegado hasta aquí, no debo desfallecer, al revés, haré ese ejercicio mental que me explicaron y nunca tuve necesidad de utilizar. Ahora es el momento. Pensaré en algo bello, en un hermoso río rodeado de palmeras, un aroma exquisito de alguna flor silvestre, la mano tibia de esa persona que conocí hace tanto tiempo y nunca he vuelto a ver, esos ojos de una penetrante y a la vez dulce mirada. ¡Ya me siento mejor!, exclamó, estoy segura de que podré subir esa cuesta y quizás todo lo que he imaginado aparezca detrás de ella.



1 comentario:

  1. Le has otorgado positividad, optimismo y el dulce sabor de la esperanza a esta cuesta tan difícil de subir, como la vida, en una especie de alegoría del duro y, sin embargo, maravilloso existir.

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