jueves, 13 de febrero de 2014

LO MÁS TRISTE. De Juani Hernández





Ella, desde su más tierna infancia, o mejor dicho, desde que aprendió que con los sonidos se formaban palabras y que las palabras podían tener diferentes significados, aún más, que traían consecuencias…y no siempre del agrado de todos,  ella, digo, se propuso aprender a hablar como bien decía su madre “con propiedad”.  Ella se caracterizaba por lo hermoso y cuidado de su vocabulario. Dada su honestidad de sentimientos, sus palabras, pensamientos y acciones eran bien reflexionadas y consecuentes. Siempre fue conocida por ensalzar la belleza de la naturaleza, de toda la obra de la creación. Portaba toda ella una bondad…, una gran energía de amor.
Pero ¡mira por donde!. Con el tiempo y el frecuente trato con la gente, constató con gran asombro y estupor, que eso precisamente no era lo habitual en la sociedad donde vivía.  La mayoría de la gente y no digamos los políticos, el clero y los educadores se expresaban con un absurdo, ilógico y descabellado montaje de exposiciones repetidas, prejuzgadas casi siempre, puestas de moda por personajillos de dudosa capacidad, careciendo por ello de todo rigor.
En sus reflexiones llegaba incluso a dudar de sí misma y en no pocas ocasiones, preguntarse…, ¿estaré equivocada en mis reflexiones?. ¡Quizás el mundo no es como yo lo veo! ¡NO!…me niego a creerlo!, se decía.
Lo más triste es que, con frecuencia, a las personas se las condena a la indiferencia. Cuando no al ostracismo, queriendo frecuentemente arrastrarlas a la mediocridad y a la simpleza.
Ha pasado el tiempo…, a ella no le ha importado, continúa fiel a sus convicciones. Fiel a sí misma.




1 comentario:

  1. Lo más triste resultó ser lo más firme, lo más sabio; ¡ser fiel a uno mismo!; hermosa reflexión hecha relato.

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