jueves, 13 de febrero de 2014

SUBIR LA CUESTA De Águeda Hernández





Nada más verla, Águeda creyó que no podría subirla…
Cuando el Sr. Peter, de 89 años, me contó esta vivencia suya, él entrecerraba los ojos como si enfocara hacia las montañas, creo que más distante. Así comienza:
Me llamó la actitud furtiva del hombrecillo que buscaba algo en el maletero, y después sacó un objeto pesado, envuelto en un pedazo de tela. Me sacó de mi fascinación. No creo que me haya visto mientras cruzaba trabajosamente la carretera. Con curiosidad, le seguí a distancia. Se movía con dificultad, deteniéndose de vez en cuando para tomar aire, finalmente llegó a la cresta de una pequeña loma, estudió la pendiente, alzó su bulto y empezó a descender.
Corrí hacia él pero cuando llegué a la cima ya él estaba abajo. Se arrodilló y desenvolvió el bulto con cuidado. La pieza de madera parecía pesar seis kilos, seguía teniendo el aspecto de la madera y se había convertido en piedra con destellos de colores. El viejo se agachó, acarició cariñosamente la piedra. Al fin se levantó, acarició una vez más su piedra. Yo corrí monte abajo. Me vió, luego miró su piedra y volvió a mirarme tímidamente .
-Es una hermosa piedra –le  dije.
-Tenía que devolverla –dijo.
-¿Cuándo la encontró?.
-Hace 60 años. Yo tenía 13.  Mi hermano y yo la sacamos de aquí y la escondimos en casa. Mi padre se enfadó cuando la vio, pero para entonces vivíamos fuera de allí. Siempre pensaba que la había tomado prestada. Juré regresar  y devolver la roca que amé con tanto remordimiento a través de los años.
 Él miró hacia la cima ¡horror!, imposible subir esa cuesta, horriblemente pendiente. Yo me ofrecí a ayudarlo. Pude distinguir la sonrisa en el rostro de mi acompañante, un viajero atrapado entre el alivio y la pérdida.




1 comentario:

  1. Devolver a la naturaleza lo que es suyo, ¡hacia allí nos conduce la vida, cuesta arriba! Bella historia, alegórica

    ResponderEliminar

Nos gusta saber tu opinión, sea cual sea. Déjanos un comentario. Gracias