jueves, 20 de septiembre de 2012

LA DUDA DE ELOÍSA de Carmiña Gohe




Ya había caído el sol por el poniente, cuando Eloísa decidió ir a botar la basura.  Cogió las llaves y dio una sola vuelta a la cerradura pues era bajar y subir en menos de tres minutos.  De regreso, la pobre Eloísa se llevó el gran susto de su vida pues, por mucho que le diera vuelta al pestillo, éste no se abría.  Se puso tan nerviosa que tocó al vecino pidiendo ayuda pero, no había nadie.  Todo estaba en silencio.  Bajó un piso y tocó el timbre de otros vecinos que conocía.  Lo mismo; no recibió respuesta.  Volvió a subir preguntándose si ya nadie vivía allí o si todo el mundo estaba de vacaciones.  Sudorosa por los nervios, empezó a tocar de nuevo, puerta por puerta.  Fue en el tercer recorrido cuando, finalmente, alguien abrió.   Salió un señor que no había visto nunca.  Eloísa se disculpó y le explicó su problema.  El amable vecino la acompañó y no tardó en solucionarlo.
-Señorita, yo creo que la cerradura está bien; el fallo es que a usted le faltaba fuerza porque la verdad es que está un poco dura
Eloísa, muy agradecida, le volvió a dar las gracias.  Luego, entró a su casa, cerró la puerta y poco después se metió bajo el agua fría de la ducha, así los nervios se fueron calmando.
Más tarde, Eloísa dudaba si todo había sido una pesadilla o si había pasado de verdad.  Estaba ya en la cama –sería las once de la noche- cuando sonó el teléfono.  Nunca estaría segura de si aquello había sido real o una pesadilla de la cual la había sacado aquella llamada.



1 comentario:

  1. Final abierto para que el lector sea quien decida qué le pasó a Eloísa exactamente. Muy bueno, Carmiña.

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