miércoles, 26 de septiembre de 2012

AQUELLA FRAGANCIA de Maruca Zamora




Lo reconocería donde lo oliera.  Una fragancia fresca, un toque ácido, varonil, olor a limpio.  Era aquella una fragancia que, al pasar cerca de algunos hombres, me embelesaba con su aroma en mi temprana juventud.  No soy muy dada a los perfumes, siento rechazo a los olores fuertes de cualquier cosa; me producen alergia.  Me repugnan hasta el extremo de causarme náuseas, pero aquella fragancia sin duda era otra cosa.
Al cabo de cierto tiempo, trabajé en una perfumería.  A lo largo del día, se mezclaban tantos aromas que terminaba por no captar ninguna.  Un día, un cliente me pidió una marca de colonia.  No era el último grito en perfumes, más bien se trataba de una colonia antigua que, según el dueño de la perfumería, le pedía poca gente. El señor iba camino a su trabajo y abrió el frasco para ponerse un poco de colonia, él decía que sin ella sentía que le faltaba algo.  Recuerdo que yo le comenté mi caso; todo el día entre tantos olores con mi problema de intolerancia a los aromas.  Fue en ese instante cuando  llegó a mí, aquella antigua fragancia que tanto me gustaba.  Al fin pude ponerle nombre:  Lavanda Sarle.



1 comentario:

  1. Al ritmo que los olores y las fragancias marcan, vamos desenredando los hilos de la memoria. Bonita historia, Maruca.

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