jueves, 22 de febrero de 2018

EL EMIGRANTE Maruca Zamora



           





            Hoy soy alto y majestuoso; los años no me han vencido y eso que tengo 108 años.  Ha habido épocas en que he decaído un poco, pero cuando llega el invierno, la lluvia y el fresquito de la mañana, vuelvo a ser yo.
            Les cuento que fui el primer emigrante de mi especie que vino a este país, junto a otra compañera igualmente desconocida.  Pasamos por aduana, escondidos en una maleta.  Éramos muy pequeños.  En este país crecí siendo el único.  La gente me venía a ver porque no conocían otro igual.
            Mi compañera se extendió en la zona; quizá porque sus frutos rojo oscuros llamaban la atención: hoy se conoce como ciruela japonesa .  Sin embargo, nadie veía mi fruto, porque era del mismo color verde de mis hojas.  Así que no me extendí, me quedé allí al lado de mi amo que estaba siempre pendiente de mí, me cuidaba con esmero.  Florecí y di fruto por primera vez un bonito día.
            Mi dueño, gran amante de la naturaleza, me mostraba a sus amigos y les contaba de qué país me había traído.  Solía decir que yo era un emigrante, igual que él.  Y aquí estoy, a pesar del tiempo transcurrido, deleitando año tras año con mis dulces chirimoyas, gracias a mi amigo Rudecindo.
             Gracias, amigo, por haberme traído a esta isla tan maravillosa que me recuerda a la mía,  esta isla donde veo salir el sol cada mañana.


1 comentario:

  1. Realmente precioso este relato en primera persona, donde es un árbol quien nos cuenta su historia.

    ResponderEliminar

Nos gusta saber tu opinión, sea cual sea. Déjanos un comentario. Gracias