miércoles, 29 de agosto de 2012

EN MANOS DEL VIENTO de Alicia Carmen



Éramos bien pequeñas; mi amiguita Martha y yo apenas alcanzaríamos los seis años.  Pequeñas pero, muy intuitivas.  Las dos sabíamos que nos esperaban unas vacaciones muy aburridas.  Nuestros respectivos padres no podían costear nada mejor que una visita a algún familiar en un pueblo cercano y, nada más.
Eran tiempos difíciles y aun siendo tan pequeñas, lo asumíamos.  Así es que Martita y yo decidimos irnos de excursión por nuestra cuenta.  Mi amiga me tocó la puerta y dijo
-Mis padres duermen la siesta, ¿y los tuyos?
-No los veo, estarán en el patio
-Entonces, ¡Vámonos!
Era una tarde calurosa y caminamos y caminamos y ningún conocido nos vio.  Nos sentíamos libres, felices en manos del viento que suavemente soplaba a nuestras espaldas.
De repente, vimos un caminito de grava y como dos aventureras por allí seguimos.  Queríamos ver mundo y nos topamos con una arena blanca y el mar; ¡qué emoción! ¡qué paraje tan precioso!.  No podíamos casi respirar; habíamos encontrado un pedacito de paraíso terrenal.
Pero, una voz nos devolvió a la tierra.  Era una chica ya mayor que, por lo que vimos, cuidaba a sus hermanos pequeños que chapoteaban en el agua, gritaban y reían.  Creo que estaba aburrida con su tarea y, al vernos algo aturdidas y perdidas, vio en nosotras alto de diversión y se ofreció a peinarnos y pintarnos.  Nunca he olvidado los aromas de aquella caja de maquillaje que usó con destreza en nuestros asombrados rostros.
Y así fueron transcurriendo las horas hasta que, de pronto, un fuerte viento nos sacó de la ensoñación, nos asustó y nos hizo recordar que estábamos lejos de casa, y decidimos regresar.
A la entrada del pueblo, nos sorprendió ver un montón de gente reunida.
-¿Qué habrá pasado?- le pregunté a Martita.
-Pues no sé, estarán buscando a alguien –me contestó.
-¡Ay! –pensé –Ojalá no sea a nosotras.
Pero sí, así era.  Mi madre se acercó con cara de pocos amigos y mi padre, rapidísimo, me levantó lo más alto que pudo, de modo que las intenciones de mi madre se quedaron en unos golpecitos en mis piernas.
-Pues vaya –pensé yo –todo esto ha sido por culpa de nuestra amiga desconocida que se ha divertido con nosotras y se ha quedado con un viento sin nombre, una brisa marina y un libro en las manos.




1 comentario:

  1. Genial aventura infantil, de las que quedan grabadas en la memoria para siempre.

    ResponderEliminar

Nos gusta saber tu opinión, sea cual sea. Déjanos un comentario. Gracias