sábado, 21 de octubre de 2017

TOMMY - Juan Carlos Chávez

                                           



          Tommy llenaba mis paseos solitarios en los recreos escolares de mi infancia. En cada abrazo que le daba podía sentir su respiración y  el latido de su corazón y en cada mirada que le dedicaba, percibía sus guiños de complicidad. Me hallaba tan enfrascado en mi mundo junto a Tommy, que el anhelo por jugar con otros niños en el que  había estado sumido, se había desvanecido por completo.
     Cierto día lo fui a buscar a su baúl y mi mirada se desgarró  al no encontrarlo donde solía estar.
            -¿Dónde estás?  ¿Dónde estás? –me preguntaba sin descanso.
Salí precipitadamente al recreo para buscarlo y allí estaba… Mi corazón de niño se aceleró, mi garganta tragó nudos… y es que acababa de presenciar cómo su decapitada cabeza rodaba impulsada por las patadas que recibía.     
     Aún recuerdo mi alarido de dolor y aquella tristeza  en la que me sumergí.  Había perdido al único amigo que tenía, aquel a quien  me había aferrado con tanto cariño. Aunque era inerte, para el niño que fui, ese peluche había cobrado vida propia, porque no sólo jugaba con él sino que  le contaba mis secretos más íntimos.
     Otro burrito, idéntico al anterior, ocupó el baúl, pero mi entusiasmo se congeló en su aceptación, al descubrir que el nuevo peluche no me brindaba guiño alguno.
    
     

1 comentario:

  1. Te damos la bienvenida al Taller y al Blog, Juan Carlos. Nos gusta tener entre nosotros otra voz masculina. Comienzas tu andadura en nuestras tardes de los jueves con un relato narrado en primera persona en la voz de un niño. Un suceso simple, sin trascendencia aparente pero que en la mente infantil cobra una dimensión enorme. Lo narras de tal forma que esto queda patente, lo cual significa que el tono usado es acertado. Muy bien.

    ResponderEliminar

Nos gusta saber tu opinión, sea cual sea. Déjanos un comentario. Gracias