Estaban de aventura y
no sabían cómo les saldría. Era un
riesgo que corrían, ¿irían por buen camino o por uno que no tenía salida?. Recorrieron varios kilómetros sin ver a
nadie. Aquella aventura se iba tornando
cada vez más arriesgada y a medida que pasaba el tiempo, la sensación de estar
en peligro aumentaba…pero, ¡allí estaba!.
Allí estaba aquella señal de tráfico salvadora que les conduciría a la
calle que la conductora estaba buscando hacía un rato.
¡Qué buen microrrelato, Esther! Te felicito. Muy simpático, divertido y efectista.
ResponderEliminarlLa seducción de la aventura radica precisamente en el desconocimiento del desenlace,en dejar que nos sorprenda.Con pocas palabras pero las justas y necesarias. Felicidades.
ResponderEliminarRoberto.
Me imagino como palpitó ese corazón hasta encontrar la salida . Me encantó . Felicidades. Alicia
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