Érase una vez Desert
Express, un tren donde guardaban los juguetes rotos para llevárselos a los
Reyes Magos. Arreglaron todos, menos uno
porque le faltaba un montón de piezas. Así
que Melchor, el mayor de los Reyes Magos, entró en una carpintería donde vivía
un anciano solitario y a él le entregó el juguete. El anciano enseguida se dio cuenta de que le
faltaba la nariz, un brazo y una pierna.
Trabajó en la madera durante horas y luego, con sus propias manos, le
colocó las piezas que le faltaban. Al
terminar y ver lo que era, sintió nostalgia, porque era un niño de madera
precioso.
Cuando el Rey regresó a
buscarlo, al verlo, no quiso recogerlo.
Le dijo al anciano carpintero que le pusiera un nombre. Pinocho, dijo él, y entonces el Rey Melchor
lo convirtió en un niño de verdad y allí se
quedó Pinocho con el anciano, cantando una canción:
Pinocho
fue a pasear
Al
río Guadalquivir
Se
le quedó la caña
Y
pescó con la nariz
Cuando
llegó a su casa
Nadie
le conocía
Tenía
la nariz
Más
grande que un tranvía
Vía,
vía
Una nueva versión del clásico cuento de Pinocho. Gracia e ingenio no le faltan.
ResponderEliminarInteresante versión
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