Soñó con ser
escritor y se quedó a las puertas de una Editorial, aunque como portero,
claro. Eso no le impidió mantener su
inmensa pasión por la escritura, mejor dicho, su obsesión. Aspiraba a ser un
personaje famoso y obtener el premio Cervantes o el Planeta y si no, por lo
menos que su primer libro resultara un best-seller.
Ese preciso
día, al pasar por el quiosco, de camino a la Editorial, vio de reojo la foto de
los Reyes de Suecia en una revista. Yo
los conoceré pronto, pensó, ellos son los que entregan el premio Nobel.
Lo que no
sabía nuestro amigo es que como todos los que llegaban a la oficina lo veían
afanado con un papel y un lápiz, perfilando sus escritos, el dueño de la
Editorial había recibido varias quejas.
Según ellos, este empleado no cumplía a cabalidad con su trabajo.
Pues bien, no más
llegó, simplemente le entregaron un sobre con algún dinero y fue
despedido. ¿A dónde iré?, pensó, ¿a qué
me dedicaré ahora? ¡No puedo abandonar mi obra maestra!
El periódico
ofrecía varios trabajos, entre ellos el de camarero en un crucero por las Islas
Griegas, sin dudarlo lo tomó. Allí
conoció a un famoso escritor, del cual era admirador.
En cierto
momento, después de hacer una labor detectivesca, vio como este escritor había
dejado olvidado unos manuscritos sobre una butaca. Disimuladamente, los colocó debajo de su
chaleco y más tarde los leyó. Enseguida
los mandó a su antiguo trabajo con un seudónimo.
Allí
decidieron publicar aquella obra y llamaron al autor. Cuando vieron de quien se trataba, aquellos
que lo habían echado del trabajo, lo felicitaron.
Pues sí,
nuestro amigo tuvo su obra maestra pero, la disfrutó en la cárcel pues al
descubrirse el engaño, el verdadero autor decidió demandarlo.
Su antiguo
jefe, en vista de la desmesurada pasión de su ex-empleado quiso ayudarlo; pagó
la fianza y le dio un trabajo en la empresa como agente literario y jefe de los
revisores. Con creces había demostrado
saber cuándo una obra literaria merecía ser publicada.
Buen giro final para la historia de una pasión que, convertida en obsesión, tuvo contradictorias consecuencias: cárcel y liberación
ResponderEliminarEs muy creativa esa historia. un besoteeee.
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