Estoy en mi pasado.
Me paseo por él. Sé exactamente
donde voy, de la misma manera que conozco para qué: necesito llenar vacíos y
apagar silencios. Me dirijo a la calle
43 del distrito norte. Es de noche; una
noche sin luna. Espero, bajo el puente,
a que el mercedes negro aparezca. Me
escondo. El coche se para y, como ya
sabía, la puerta se abre y te veo salir, con ese porte que la genética te ha
regalado y que tú, con exquisito cuidado, sabes resaltar. El coche desaparece y te quedas inmóvil en
aquella avenida desolada, sin poder reaccionar.
Tus ojos tristes expresan interrogantes, preguntas; sin que tu boca
hable. Pero, no hay respuestas. Entonces es… cuando nos encontramos…Ahora sí,
esta segunda vez, te llevaré conmigo.
Le has tomado el tranquillo a los microrrelatos y te me estás convirtiendo en una experta en ellos. Has aprendido que un relato corto es casi como un poema, breve pero intenso, insinuar más que contar, abrir interrogantes más que resolverlos. Muy bueno.
ResponderEliminarEl romanticismo que se desprende del relato me ha encantado. Felicidades. Alicia.
ResponderEliminarEsta historia es buenisima, llevada con estilo me conmovio has dado en el clavo amiga mia, un besazo.
ResponderEliminar!Qué bonito!. Desprende mucha pasión. Bravo. Mª. Dolores. FLORES DEL TEIDE.
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